¿Qué es lo mejor que puedes hacer por tu salud? No pocas personas dirían que contratar el mejor seguro médico posible. Lo cual en el fondo no es nada extraño si tenemos en cuenta la idea extendida de que la mejor salud no sólo se corresponde con tener unos buenos servicios sanitarios, sino que se debe en gran o su mayor parte a ello. Pero bien examinada, dicha idea no parece cierta. No al menos si tomamos como válidos los datos del profesor de economía Andrew Oswald de la Universidad de Warwick en Reino Unido.
Existe una medida llamada DALE (disability adjusted life expectancy) que estima el número promedio de años que puede vivir una persona con plenas capacidades de salud. Los griegos, por ejemplo, disfrutan de 72’5 años de años de plena salud según dicha medición, una de las cifras más elevadas. Y sin embargo, según las estadísticas, en el año 2000 los griegos gastaron una de las cifras más bajas en servicios sanitarios por persona: 960 dólares anuales. Por el contrario, los estadounidenses obtienen una cifra inferior a 70 años de esperanza de vida con salud, ¡gastando seis veces más en servicios sanitarios!, exactamente 3.700 dólares anuales por habitante. Reino Unido gastó por ciudadano ese año algo más que Grecia, 1.100 dólares, y sin embargo se quedó por debajo con 71’7 años.
Otra estadística que deja al descubierto la falsedad de la asunción de que los problemas de salud realmente se resuelven con gasto sanitario y medicina convencional es la de los médicos per capita. EEUU, por ejemplo, tiene 300 médicos por cada 100.000 habitantes. Inglaterra, con una cifra algo superior de esperanza de vida saludable, ¡tiene casi la mitad!, 160 médicos por cada 100.000 ingleses. Por su parte Italia, teniendo casi el doble de médicos que EEUU (550 por cada 100.000 habitantes), disfruta casi de igual esperanza de vida saludable que los ingleses.
Sin embargo, aparecen como claros factores correlacionados con la mala salud por ejemplo fumar, el consumo de alcohol o bajo consumo y niveles de Omega 3. También podríamos decir que la pobreza, pero lo cierto es que si nos referimos a las enfermedades crónicas, el problema es mucho más habitual en las sociedades desarrolladas. De hecho, la OMS llegó a declarar que el sobrepeso y la obesidad son un problema para la salud mundial que ya supera al de la malnutrición. No sin antes caer, eso sí, en algunos prejuicios extendidos, ya que estar obeso no significa no estar desnutrido.
Precisamente el Dr. Andrew Weil –considerado una de las 100 personas más influyentes en EEUU–, habla en su último libro Why Health Matters (se traduciría por Por qué la salud importa) sobre la falta de correlación entre gasto sanitario y salud de un país y cómo sí es determinante la dieta y el estilo de vida. Probablemente si llegáramos a descubrir el potencial de una dieta y estilo de vida antiinflamatorios, muchas cosas cambiarían. Empezando por los estériles debates políticos a la hora de buscar soluciones para la salud pública. En lugar de discutir de inversiones públicas, seamos audaces. El hecho de poder llegar a demostrar que la promoción de la dieta y estilo de vida antiinflamatorios es la más audaz y efectiva de las soluciones posibles, es sin duda el mayor estímulo para mi trabajo. ¿Somos audaces y cambiamos la sintonía de discursos que no funcionan? Como todos los cambios sociales, el verdadero cambio comienza por el individuo. Por ti.