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Juan Morote

Hara-kiri

Es necesario que los partidos políticos, con responsabilidad de gobernar, asuman la imperiosa necesidad de devolvernos la libertad que nos han hurtado poco a poco, chófer a chófer, y cargo a cargo.

El hara-kiri o corte del vientre es la forma tradicional japonesa de suicidarse. Consiste en una muerte dolorosa y premeditada. Los japoneses lo llaman seppuku porque hara-kiri suena demasiado vulgar. Se trata de una muerte lenta, pausada y plenamente consciente. Consiste en abrirse una abertura en el lado izquierdo del vientre, continuar hacia el derecho y finalmente subir en recto hacia el esternón. El riesgo es que una vez clavada la pequeña espada, y abierta la cavidad abdominal, los intestinos salgan al exterior. El seppuku era una muerte honrosa para quien había cometido un acto deshonroso.

Cuando nos cansamos de pedir que se reduzca el Estado, que el tamaño de la administración se reduzca, al tiempo que nos desgañitamos en señalar que la abrumadora presencia del Estado en la vida de los ciudadanos conlleva una insoportable falta de libertad, estamos pidiendo que nuestros políticos se hagan, siquiera simbólicamente, el hara-kiri. Y la verdad es que es muy difícil. Como también lo era para los nobles japoneses, quienes para evitar tan atroz sufrimiento contaban con un ayudante, denominado kaishaku; este procedía a ejecutar al suicida a la menor indicación de aquel. Aun así, el mayor mérito lo detentaba el que era capaz de llegar por sus propios medios con el cuchillo hasta el esternón.

Es necesario que los partidos políticos, con responsabilidad de gobernar, asuman la imperiosa necesidad de devolvernos la libertad que nos han hurtado poco a poco, chófer a chófer, y cargo a cargo. No es admisible que la administración, lejos de ser un instrumento necesario para posibilitar la vida del ciudadano en sociedad, se haya convertido en una sabandija capaz de chuparnos la sangre hasta provocarnos la muerte por exanguinación. Cuando leo las intenciones de los sátrapas europeos en materia fiscal me pongo a temblar, me temo que no nos va a pasar como a los israelitas con Ciro, sino que en este caso más bien será que vino Ciro y nos remató.

Porque nuestros gobernantes no entienden que no queremos que nos adoctrinen a través de los medios de comunicación que controlan (cierren todas las televisiones y radios públicas), que no queremos que nos digan cómo hemos de ocupar nuestro tiempo tras la jubilación, (cierren el Imserso), que no queremos que nos digan a qué colegio tienen que ir nuestros hijos, (den libertad a los padres), que no estamos dispuestos a seguir pagando sus fotos con nuestros impuestos (reduzcan a lo imprescindible el tamaño del Estado).

Todo esto redundaría en beneficio de los ciudadanos y mermaría la capacidad de colocar a los afines a los partidos gobernantes. Si bien, pese a la sensatez del petitum, me da la impresión de que es pedir que se hagan el hara-kiri, aunque no deben olvidarse que siempre estaba el kaishaku.

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