Se busca señor a quien servir
En 'El País' la tendencia innata es la de servir al Gobierno. Lo hicieron, desde luego, en la época de Felipe González. Les hubiera gustado poder hacerlo cuando ganó Aznar, y estuvieron a punto de conseguirlo.
Uno de los espectáculos menos edificantes de esta agonía de Zapatero es el que está dando ca’ Janli. Se supone que los medios son como las personas, tienen una ideología a la que sirven, de modo que apoyan al Gobierno cuando lo ocupan los suyos y se oponen con vehemencia si mandan los otros. Pero esto, en realidad, no es cierto, ni para las personas ni para los medios. A unas y a otros les pasa que, más que por ideologías, es más fácil distinguirlos por vocaciones. Los hay que inevitablemente están a favor y los que no pueden evitar estar contra el Gobierno, sea cual sea su color. A veces, las circunstancias no les dejan seguir su natural inclinación, pero, a poco que puedan, tienden a hacer lo que mejor saben hacer, dorar la píldora, unos, y poner como no digan dueñas, otros.
Pues bien, en El País la tendencia innata es la de servir al Gobierno. Lo hicieron, desde luego, en la época de Felipe González. Les hubiera gustado poder hacerlo cuando ganó Aznar, y estuvieron a punto de conseguirlo cuando intentaron que en 1996 el presidente investido fuera Alberto Ruiz Gallardón.
Con Zapatero, que se supone que es de los suyos, han hecho lo indecible por ser su portavoz, pero el presidente ha sido tan desagradecido que no han podido darle todos los lametones que les hubiera gustado. El socialista los traicionó porque, en sus sueños megalómanos, quiso levantar un conglomerado multimedia que le fuera leal tan sólo a él. Cebrián no perdonó la afrenta que suponía que los destinatarios de los favores fueran quienes él llamaba "brujos visitadores de La Moncloa", pero no encontró la forma de ser genuinamente antigubernamental porque no está en su naturaleza el serlo. Ahora que Zapatero está despedido y nadie quiere mancharse la mano dándosela, en El País se dan con los talones en el trasero para ser los primeros de la cola formada por todos los que quieren abofetearle. El editorial de despedida ya fue una pieza vergonzosa. Hoy, Josep Ramoneda le echa en cara no haber tenido las agallas necesarias para llevarse a Franco de Cuelgamuros, una cosa, que dicha sea de paso, en El País nadie exigió hasta que a Zapatero se le ocurrió que el PSOE todavía estaba a tiempo de ganar la Guerra Civil.
Ahora juguetean con la idea de ser el periódico gubernamental de Rajoy, y a éste parece atraerle la idea por lo solícito que es al atender las entrevistas que para el periódico le piden. No le va a resultar muy caro porque, tal y como están las cosas, con cuatro subvenciones de nada, la gente de Prisa va estar encantada de hacer lo que mejor saben hacer, adular al poder. Cosas más raras se han visto.
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