Tengo la sensación de que el Gobierno de Rajoy tendrá gravísimas dificultades en el ámbito de la comunicación con sus electores en particular, y con toda la nación en general. No lo digo tanto por sus silencios actuales, que deberían ser objeto de análisis de psicología política, cuanto por la política de resistencia desarrollada en los últimos tiempos por los medios de comunicación socialistas. Sí, sí, todos los medios de comunicación públicos, especialmente los vinculados a RTVE, llevan tiempo practicando una política de resistencia a la llegada del PP al poder.
El PSOE, en efecto, bajo el paraguas de un trabajo altamente profesionalizado, que está lejos de ser algo evidente, y de una relativa objetividad e imparcialidad de sus profesionales, generalmente justificada porque asisten a sus tertulias algunos pocos periodistas cercanos al PP, trata de enfrentarse o, sencillamente, paralizar la nueva política de comunicación del PP, que, dicho sea de paso, aún no conocemos. Lo cual, expresado también sin acritud, es grave, porque la política sin comunicación no es viable, especialmente si tenemos en cuenta que los votantes, antes que nada, quieren seguridades de sus líderes para seguir creyendo en ellos. El silencio del PP en comunicación política, en mi modesta opinión, no es la mejor manera de fidelizar, mantener y consolidar unos votos que siempre están en movimiento. La confianza del votante sin comunicación, sin palabra, sin explicación, desaparece muy rápidamente. ¡Cuidado, amigos del PP, que las andaluzas están a la vuelta de la esquina!
Pero, independientemente de la propuesta comunicativa del PP, quiero resaltar que la oposición del PSOE al próximo gobierno de Rajoy comenzó hace ya tiempo en todos los medios de comunicación públicos y, naturalmente, en todo tipo de instituciones privadas que tienen que ver con la empresa periodística. El PSOE tiene muy claro esa política de oposición a través de la comunicación. En mi opinión, eso no es malo, porque no hay institución humana decente que no tenga política. De eso no se libra, por fortuna, ni una asociación profesional de periodistas. Por el contrario, como nos enseñó Weber a principios de siglo XX y teorizó Habermas en la década de los sesenta del mismo siglo, sólo el periodista es político profesional y sólo la empresa periodística es, en general, una empresa política permanente.
Lo malo, pues, no es hacer política sino que un grupo mediático o un partido político, en este caso el PP, deje de hacerla. No percatarse de lo que el PSOE está haciendo en los medios de comunicación es dramático para el futuro del propio PP y, sobre todo, de España. Cuando el PP se dé cuenta de la jugada, quizá ya sea demasiado tarde. Con este telón de fondo, deberíamos analizar la candidatura que ha ganado las elecciones a la presidencia de la Asociación de la Prensa de Madrid. Esta institución tiene una nueva junta directiva. Ha ganado una candidatura de izquierda pro socialista. Es, sin duda alguna, otro paso para paralizar una nueva política de comunicación del PP.