Sarko pegado a la teta de Angie y Castro II a la de Chávez
Si el mundo es un horror, América Latina desde hace un buen rato debería llamarse América Letrina, y no sólo por sus pueblos, que no es que podamos decir que sean ejemplares, sino sobre todo por sus gobernantes.
De niña, sentada en el quicio del solar de Muralla 160, en La Habana Vieja, yo soñaba con el mundo, y me hacía la idea de que el mundo era maravilloso. Con la edad que tengo, la misma que la Roboloción Castrista –ya por ahí calculen– les puedo afirmar, sin duda alguna, que el mundo es horroroso. No solamente el mundo es horrendo, cada vez irá a peor. Si nos ponemos, no hay demasiada lejanía del mundo totalitario de Orwell al que vivimos en la actualidad; la prensa cada día nos muestra las mismas caras en la política, en la cultura, que como decía Terenci Moix, es más cultureta que otra cosa, en el deporte, y en todo, los mismos hocicos chorreando su baba. Estoy tan harta de ver a Tsonga comiéndose el último Kinder bueno de la vitrina –que por cierto, yo que él dejaría de atracarme de Kínder buenos, de un tiempo a esta parte no pone ni una, para mí que los Kínder buenos no le están asentando–, pues decía que estoy tan harta de ver a Tsonga en esa bobería del Kínder como de ver a Sarkozy detrás del miriñaque de la Merkel.
Confieso que yo pensaba que Angela Merkel, aquella mujer que vivió desde dentro la experiencia del comunismo, pero desde la parte favorable al poder, o sea desde el poder bestial del comunismo, había cambiado, y que se había redimido, y que era bueno que una mujer como ella, con esa experiencia tan nefasta encima, consiguiera recular y analizar aquel pasado y, desde esa visión reflexiva, pudiera construir un mundo distinto. Llegué hasta a llamarla Angie como sus adoradores. Pero Angie, con su carita en apariencia tan simpaticona, se me ha ido poniendo demasiado seria, y las comisuras de los labios se le han caído. Y tal como dice la escritora Leslie Devos, cuando a una mujer se le caen las comisuras de los labios échense a correr, sobre todo si es en política. Debo decir que yo siempre desconfié de sus trajecitos de sastre grises, muy a la manera de las antiguas comisarias comunistas, o de las antiguas... algo peor, matronas de la Gestapo, ¿por qué no decirlo? Pero me dije que los trajes de sastre grises también se pusieron muy a la moda recientemente, y que no iba yo a estarle sacando el pelillo de lana a la cachemira.
Lo cierto es que hoy por hoy no puedo ver a la alemana ni en pintura. Pero al que sí ya es que vomito cuando lo veo es a Sarkozy, pegado a la teta de la alemana, como un ternero, berreando cada cinco minutos por el biberón de euros, y ambos tirando pestes en contra de Grecia, que es verdad que son unos aprovechados y unos vagos, pero siguen siendo los herederos de aquellos griegos que uno debería seguir respetando por aquello de que la civilización antigua... zzzzzzzz, yo misma me duermo con el cuentecillo...
Lo cierto es que los cubanos no somos griegos, y de lo único que podríamos estar orgullosos es de haber sido, en algún momento de nuestras múltiples mutaciones, taínos. Y orgullosos porque, como dice Juan Abreu, los últimos cubanos honestos fueron los taínos, que se despeñaban masivamente tirándose de lo alto de una roca, antes de caer en manos de los españoles. Eso sí es dignidad. Pues tampoco ya no somos tan taínos, ni siquiera españoles, ahora somos cubazuelanos; y Raúl Castro tampoco es alemán, más bien chino, producto de un tarro de Lina con un chinito verdulero o arrancapescuezos; mucho menos tiene de francés, aunque su esposa sí era descendiente de una de las mujeres barbudas de Francia, la Marguerite Guillois, y como al parecer, a Castro Divo II siempre le ha gustado besar barbas, pues de ahí le viene la rémora de su amorío con Vilma Espín. El caso es que, pese a no tener ninguna relación con Sarko, Castro Divo II va pegado también, igual que el nuevo Bonaparte, a la teta de Hugo Chávez, chupando petróleo e introduciéndole como el más listillo de los cacos las nuevas cédulas de identidad venezolanas, fabricadas todas en Cuba.
Esas nuevas cédulas de identidad fabricadas en Cuba le dará la posibilidad al castrismo no sólo de controlar a la manera china, a través el chip de la cédula fabricada en China, a cuanto ciudadano venezolano se le antoje, además podrán convertir a cientos de miles de policías cubanos en venezolanos y enviarlos como Bond (no de bondage, sino de James Bond a la cubana, o sea zarrapastrosos y con la lengua fuera) a espiar a los verdaderos venezolanos. De esos, según cuenta Anthony Daquin, exasesor del Ministerio de Interior y de Justicia de Venezuela, ya hay cinco millones, devenidos venezolanos chavistas con cuatro ojos y trescientos tímpanos, lo ven y lo oyen todo, y así controlarán a Venezuela, lo mismo que han controlado a Cuba en los últimos 52 años.
Si el mundo es un horror, América Latina desde hace un buen rato debería llamarse América Letrina, y no sólo por sus pueblos, que no es que podamos decir que sean ejemplares, sino sobre todo por sus gobernantes, elegidos democráticamente –aunque todo hay que reconocerlo, por esos mismos pueblos–. El único que no ha sido elegido es Castro Divo II, nombrado a dedo por su hermano, quien dicho sea de paso, tampoco fue elegido. Se eligió él mismo para conducir la mayor operación de marketing que ha conocido la historia de la humanidad: la Revolución Castrista. Un producto que se vende, por cierto carísimo, y que así y todo los bobos del planeta lo compran con la baba empantanándole los tobillos.
Así que, hay una gran diferencia entre la mamada de teta de Sarko a la Merkel y la de Castro Divo II a Chávez, le malade imaginaire. ¡Qué consuelo poder echar mano de Molière! Dudo mucho que a Sarko le guste mamar de la teta de Angie, teniendo a su Carlita tan delgadita, quoi que... Pero lo que sí den por seguro es que a Castro Divo II le priva mamar de la teta aindiadomulatica de Chávez, y no es precisamente por nostalgia taína, sino porque le enloquece mamar, y ya, a llorar arrodillado, y sobre todo, de ese modo podrá sacarle lasca a esas largas chupadas...
Dáme un Chupi, chupi, como en el videoclip que ellos mismos acaban de prohibir, a través del ministro de la incultura, Abel Prieto, diría el Mico Mandante, mientras el otro lo va royendo, como una rata roñosa, hasta las vísceras. No vaya a ser que se les muera la vaca, y se les acabe la leche negra.
Por cierto, dicen que Abel Prieto es el ministro más popular de Cuba, porque está en boca de todos los policías orientales que trajeron a La Habana para reprimir a los negros, ya que cada vez que un policía bruto de ésos ve a un negro con una jaba, o bolsa, lo para y le espeta: "A ber, prieto, ¿qu’ej lo que tú llevaj ahí?
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