Una de las estrategias de última hora puesta en práctica por los dirigentes del PSOE para evitar la debacle es la de afirmar que da igual quién gane porque lo que los mercados quieren es merendarse a los países del Sur sea quien sea quien los gobierne. Parafraseando a Den Xiaoping, Felipe González podría decir ahora "da igual que el gato sea blanco o negro porque ninguno de los dos sabe cazar ratones". Se aprovechan de que, a pocos días de las elecciones, se ha disparado la prima de riesgo. Según ellos, los mercados no van a esperar a ver qué hace el nuevo Gobierno. Antes de que puedan hacer nada, habrán acabado con España en un pispás. La conclusión es que carece de sentido arrojarse en los brazos salvadores de Rajoy porque, de hecho, no podrá salvarnos de nada.
Es un canto al voto ideológico. Y no se hace en vano. Por primera vez, los españoles nos disponemos a votar como ciudadanos y no como forofos. Se demostrará que así lo hemos hecho si el suelo del PSOE, fijado después de la barrida de 1982 en el 35 por ciento, se abre como el Mar Rojo y cae por debajo del 30. Si votáramos como hinchas, el PSOE no bajaría de ese 35. Y eso es lo que quieren Rubalcaba, González y compañía que ocurra y por eso nos dicen que da igual, que a Rajoy lo engullirán los mercados como han hecho con Zapatero y que por eso más vale votar lo que siempre hemos votado.
No engañan a nadie. De otro presidente, incluso de otro que fuera del PSOE, podría haberse defendido con algún fundamento que su política fue la única posible. Pero de Zapatero es imposible decir tal cosa sin que la audiencia se rule de risa. No sólo porque es posible otra política diferente de la de Zapatero, sino porque, y aquí el convencimiento de los españoles es casi unánime, cualquier otra habría sido mejor, al menos en el ámbito económico.
Es verdad que a ese presidente lo hemos votado los españoles, pero quien nos lo endilgó fue el PSOE, quien lo apuntaló fue el PSOE y quien no lo tiró por la borda cuando se hizo patente su inutilidad, allá por mayo de 2010, fue el PSOE. Pues tendrá que ser el PSOE quien soporte el justo castigo a su perseverancia en el error y el 20 de noviembre, Dios mediante y si el tiempo (u otra cosa) no lo impide, se hundirá en las simas de los veintitantos por ciento. Y Rajoy recibirá un amplio respaldo con un único mandato, que, con los mínimos sacrificios necesarios, nos saque de ésta. Puede hacerse, pero tendrá que enfrentarse a la legión de sociatas y sindicalistas acostumbrados durante decenios a vivir del momio y a algunos del propio bando que han tomado ejemplo. Veremos si es capaz, que cada vez parece más que sí.