De todos los mítines del pasado fin de semana, que fueron muchos y todos ellos provechosos para darle humor a nuestra melancólica alma, me quedo con el ofrecido por el PSOE en Dos Hermanas (Sevilla). Actuó un cuarteto inolvidable formado por Rubalcaba, González, Guerra y Griñán. Es la síntesis del PSOE o, mejor dicho, un resumen del pasado socialista. Es una forma teatral de ocultar el dramático presente y el oscuro futuro de los socialistas. Es el Cuarteto de Dos Hermanas, sin duda alguna, la mejor muestra de que el PSOE es el partido más reaccionario y tradicionalista que hay en Europa. Lo tienen todo perdido, pero juegan a presentar un pasado idílico que nunca existió. Patético.
El espectáculo fue lamentable. Una exhibición ridícula de musculatura electoral mezclada con las chulerías de González y los gritos de Guerra fueron el telón de fondo del mitin de Rubalcaba. De todos modos, fue Griñán el tipo que más desafinaba del cuarteto socialista; con las encuestas en la mano, sí, con el vuelco histórico que prevén todos los sondeos electorales para Andalucía, Griñán no está autorizado para decir nada ni dentro ni fuera de su partido. Es un cadáver político. Exhibirlo es darle más votos al PP. Este hombre ha tratado de ganar tiempo para aplazar la ineluctable derrota del PSOE en las autonómicas andaluzas de marzo, pero conseguirá todo lo contrario: la derrota puede ser aún más abultada que en las generales del 20-N.
Andalucía parece que ha dejado de ser el principal granero de votos del PSOE para pasar a convertirse en la mayor zona de influencia del PP, según las encuestas, hasta diez escaños de diferencia podría sacarle el PP al PSOE en estas elecciones. Es obvio que en el éxito del PP mucho tiene que ver la dirección de Javier Arenas, pero las barbaridades de Griñán también ayudan. O acaso no es una barbaridad que en plena recesión económica, con un 31% de paro y un 50% de paro juvenil, Griñán haya presentado unos Presupuestos expansivos, haya anunciado subidas impositivas para las clases medias y más deuda pública.
Aunque hay algo peor que presentar unos Presupuestos expansivos, es presentarlos con mala fe, es decir, simular, falsificar, unos Presupuestos: están hechos sobre ingresos ficticios al no haber Presupuestos Generales del Estado, porque Zapatero renunció a esa facultad para ponérselo más difícil al PP. Lo cierto es que Griñán no sólo se sabe ya perdedor, sino que trata de ponerle palos en las ruedas al futuro triunfador. Esa es su gran maldad. Su resentimiento, que ha sido muy bien visto por Francisco Rosell al decir: al no saber cuánto recibirá cada Autonomía, los presupuestos de Griñán se fundan en cantidades virtuales, los pagos del Estado se han inflado para luego endosarle la culpa al nuevo Gobierno diciendo que le niega a Andalucía lo suyo, activando una nueva deuda, a sumar a la que ha comenzado a empaquetarse ya con los adeudos de Zapatero para que la abone Rajoy, como hubo de hacer Aznar con la de González. En definitiva, unos Presupuestos llenos de trampas para poner en un brete al Gobierno del PP, dado que Griñán ya ha descontado la derrota de Rubalcaba y ceba la bomba del agravio, a ver si así recupera sufragios que le permitan gobernar con IU.