Al fin llegó el Mesías que esperábamos. Viene del sur, de las extensas pampas. Nos trae el aire fresco de la Patagonia rebelde y el espíritu indomable de Evita, nos viene a redimir, a salvar al capitalismo y, de paso, al planeta entero. Se llama Cristina y en la página oficial del Gobierno argentino se puede leer que de ella se dice que es "una luz de esperanza que alumbra un mar lleno de brumas... un verdadero rayo de esperanzas que alumbra al mundo entero". Aleluya.
Y en Cannes se produjo la revelación. Allí, a orillas de Mediterráneo, Ella nos exhortó a alejarnos del "anarco-capitalismo financiero total, donde nadie controla a nadie" y "volver al capitalismo en serio". Gran sorpresa entre quienes la oyeron: ¿sería un lapsus linguae de nuestro excelso personaje o, tal vez, una cita equivocada del tango Volver? Nada de eso, Ella no se equivoca y sus palabras pusieron de manifiesto su profunda concepción del capitalismo en serio: "el capitalismo es eso, que la gente consuma" y "si hacemos planes de ajuste, la gente no puede gastar plata, está endeudada". Aplauso.
¿De dónde viene tanta sabiduría se preguntaban seguramente los fascinados oyentes? De lejos, de la historia, del "cóndor que domina las alturas", de quien nos "enseñó a volar cerca del cielo", según dijo Evita de su ilustre marido. Y no cabe duda: Perón nos enseñó a gastar. Se gastó en un santiamén todas las divisas acumuladas por Argentina durante la guerra mundial y estatalizó la comercialización de los productos de campo para poder gastarse a gusto toda la enorme renta del agro argentino. Gastó en aumentar el número de funcionarios, en subidas de salarios sin cobertura productiva, en prebendas para los suyos, en derechos que no eran sino ilusiones, en las innumerables obras de beneficencia de su esposa, "la santa peronista". Perón realizó el sueño del pibe, hasta que el pibe despertó y vio como se hundía su rica patria, como la inflación se comía los salarios, como se acababa tristemente la fiesta de los descamisados y como el mismo Perón terminaba haciendo brutales recortes para salvar a una Argentina en caída libre.
Cristina de Cannes no quiere de ninguna manera acordarse de ello. Ha gobernado gastando, inflando el presupuesto fiscal, fomentando el clientelismo y sobornando a su pueblo con la ilusión de que siempre subirán los precios de las exportaciones argentinas... Recomienda al mundo seguir su ejemplo, creer en su sabiduría, compartir su pasión por el gasto.
Se dice que entre los asistentes alguien entonó entonces la canción preferido de los seguidores de la nueva santa peronista y todos corearon alegremente, la balada para un loco
Salgamos a volar, querida mía;
subite a mi ilusión super-sport...
¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!
¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
Loca ella y loco yo...
¡Locos! ¡Locos! ¡Locos!
¡Loca ella y loco yo!