Es una gran desgracia que un criminal anuncie su benevolencia y disposición a la negociación de tú a tú, porque significa un estrepitoso fracaso de la ley. Estamos asistiendo a groseras manipulaciones en la línea de aplaudir la liberación de los secuestrados tras el pago del rescate, omitiendo la innegable promoción del crimen que eso representa. Se nos dice que el que una banda criminal afloje su presión calculadamente sin haber alcanzado máximos objetivos es señal de su derrota, como aquél que aseguraba tener dominado al matón del barrio porque, tras abonarle parte del peaje, ya sólo le abofeteaba y no le apalizaba como antes. Y además tienen el cinismo manipulador de considerar que siempre es mejor que no se mate: si es a costa de aceptar la esclavitud no es mejor sino mucho peor, porque significa que también nos han matado la dignidad.
¿Qué guerra ha habido aquí para que tengamos que celebrar una paz apañada? Ni guerra ni aplicación de la ley (salvo en el periodo de Aznar), lo que hemos tenido desde el principio ha sido una claudicación sistemática ante el nacionalismo, enraizada en la ignorancia y los complejos de unos y la mala fe de otros, que ha dado alas al terror. Pero para deslegitimar y desarmar al nacionalismo es preciso imponer el Estado de Derecho hasta sus últimas consecuencias y proscribir aquél como el atentado que es a los derechos individuales: no se puede tolerar la menor aplicación de una ideología que posterga los derechos humanos a imaginarios derechos colectivos y que se arroga la propiedad de un territorio en abierta conculcación de la ley. Es absurdo que una ideología que pretende subvertir el Estado de Derecho tenga acomodo en él. Cada uno es muy libre de pensar como un criminal, pero de aplicar el crimen, ni hablar.
Estimado sr Moa:
Creo que ha llegado el momento de que la gente de honor, los que queremos a nuestro país, pasemos a la acción. Usted ha estado siempre activo en su defensa, es digno de admiración y agradecimiento. Pero somos muchas las personas decentes que asistimos impotentes, pasivos, al triste espectáculo de la traición a nuestra nación, de su destrucción.
Ahora debemos ser valientes, tener diginidad. No sé exactamente qué podemos hacer. La oposición del PP ha sido también indigna. ¿No deberíamos organizarnos civilmente y constituir una fuerza importante, hacer pedagogía de los valores moralmente elevados?.
Nos hace falta un gobierno firme, con coraje, que impida las tropelías que la gentuza nacionalista y socialista pretende seguir cometiendo. Por cierto, llama la atención el aspecto repugnante, la degradación máxima que se aprecia en las caras de esta gente: Eguiguren, Rubalcaba, Blanco, Gonzalez, los etarras...., son físicamente repulsivos. Aunque sólo fuera por estética, deberíamos rechazarlos contundentemente.
Repulsivo y medio analfabeto es también ese alcalde socialista (de Alcorcón, creo) que invitan en VEO 7. ¿Por qué invitan a gente así?. Tal vez no haya ningún socialista presentable.
Con admiración, le saluda atentamente :
Maddi
Completamente de acuerdo con el artículo de Pío: el PSOE ha demostrado, en su reciente historia, ser enemigo de la democracia desde dentro de ella, socavando la división de poderes. ETA lo ha hecho desde fuera. A partir de ahora lo seguirá haciendo desde fuera y desde dentro.
Coinciden también en su odio a España. Esa unión de pueblos en uno solo desde hace más de 500 años, es "molesta y antigua" para el PSOE e intolerable para ETA.
En algo más coinciden ETA y PSOE: el desconocimiento de la Historia de España y la irresponsabilidad de poner en peligro la paz de los españoles.
España, la nación española, es el sujeto despreciado y ninguneado por unos demócratas que siempre fueron antes demócratas que españoles y que si exigieron patrtiotismo y disciplina a los franquistas no es porque creyesen en la patria si no porque sabían que los franquistas sí creían en la patria. El discurso de los demócratas de hoy incluso de algunos que pasan por "buenos" es semejante al accidentalismo. Es decir se sienten españoles pero, "si por desgracia" se planteara la pregunta, asumirían el resultado de la ruptura democrática. En el fondo lo que Vázquez de Mella decía de los liberales en relación a los anarquistas es aplicable en relación a los separatistas porque la ideología liberal ilustrada tiene un denominador común: la nada, fundada en la autonomía ilimitada del hombre incluso en contra de los dos grandes pilares de la sociedad como son Dios y la patria. Igual que las diferencias entre liberales y libertarios son de grado y no de fondo, lo mismo sucede con internacionalistas y separatistas. No hay un liberalismo nacional, semejante al irlandés, al polaco o al judío. España es un país cuya elite odía a su propia patria, lo cual me hace desear una ocupación militar extranjera de 500 años porque igual que cuando el pueblo judío prevaricaba se hacía merecedor del castigo, el pueblo español no puede caer más bajo. Somos extranjeros en nuestra propia patria en manos de renegados que se jactan del derecho a representar a una nación en la que no creen.
Por cierto, Urdin, nada socava más al nacionalismo que la libertad. Me parece que usted intenta enfrentar un nacionalismo con otro igualmente miope, con lo cual se priva de razón. España es una nación; eso es un hecho indiscutible; pero el único Estado político unitario que es preciso imponer es el de Derecho. Me opongo a todo nacionalismo y a todo socialismo, porque rechazo toda unidad política forzosa aparte de la jurídica, esté basada en la nación, en la nacioncilla, en la raza, en el idioma, en el grupo sanguíneo o en el triunfo del proletariado. Es bien sencillo: nadie puede imponer a nadie cómo conducirse en la vida mientras no interfiera coactivamente en la propiedad de otros. Ni en virtud de la nación, la lucha de clases o cualquier otra estupidez colectivista que se pueda imaginar.
Pero no creo que esta sagrada unidad político-jurídica que refiero haya de circunscribirse a mi amada nación española. En ese sentido soy imperialista. Del ambicionado Estado de Derecho español nadie se puede independizar para someter a tiranía a una parte de España o limitar los derechos del resto de españoles, pero el Estado de Derecho debe conquistar el mundo y liberarlo.