Dice Luis R. Aizpeolea en El País que ETA tomó la decisión de dejar las armas en julio, tras el éxito de Bildu en las elecciones del 22-M. Algunos meses después de esa supuesta decisión, el 20 de octubre, tres encapuchados anunciaron el "cese definitivo de la actividad armada" en una teatralización del fin del terrorismo. Para algunos este anunció ha sido un detonante de sincera alegría y emoción tras 43 años de sufrimiento. Otros se han lanzado a capitalizar las lágrimas vertidas de cara a las elecciones generales. Sin embargo, la mayoría de españoles, y la inmensa mayoría de víctimas de ETA, no ocultan su recelo. Algo huele mal. ¿Por qué ETA anuncia que deja la violencia a un mes de las elecciones?
El terrorismo, incluso para los etarras más fanatizados, no es un fin en sí mismo, sino un instrumento. Es un medio para alcanzar sus metas. El terrorismo es, en el fondo, una decisión económica, en el sentido en que es el resultado de una evaluación de beneficios contra costes. En este caso, para un etarra el beneficio es la probabilidad de que los políticos se sienten a negociar y cedan en alguna de sus pretensiones. El coste, la vida en la clandestinidad y la posibilidad de ir a la cárcel. Cuando los etarras piensan que hay políticos dispuestos a ceder a cambio de la promesa de cesar con la violencia, el terrorismo seguirá existiendo. Sin embargo, cuando el Estado de Derecho es eficaz aplicando la ley a terroristas y sus representantes políticos, y al tiempo se les demuestra que en ningún caso se negociará, la violencia dejará de tener sentido para ETA. La banda, sencillamente, desaparecerá.
Tras el comunicado nos encontramos ante dos posibilidades. La primera de ellas es que sea cierto que los etarras hayan abandonado el terrorismo sin condiciones. Es la tesis que impera en el entorno sociológico del PSOE, PNV, parte del PP y medios como El País. Esto significaría que el Estado de Derecho está siendo eficaz en la lucha contra ETA y que los políticos han demostrado a la banda que jamás se sentarán a negociar. De ser cierta esta tesis, lo que habría que hacer a continuación sería seguir exactamente con la misma política, pues si el Estado de Derecho aflojara o se les hiciesen concesiones, se reactivaría la esperanza etarra en el terrorismo como medio, y ETA resurgiría.
Pero también existe otra posibilidad, en la que están, entre otros, muchas víctimas. Y es que el anuncio del cese de la violencia etarra sea una pantomima. Es decir, un intento de sobrevivir como banda armada y de lograr sus objetivos. Hay pistas que indican esta dirección. La cercanía de las elecciones, la rapidez con la que el PSE ha invitado a Bildu a sentarse a hablar, proponiendo un cambio en la política terrorista, o... ¡el hecho de que lo anuncien! ¿Qué necesidad tiene ETA de anunciar que deja el terrorismo? Sólo puede ser por un motivo: que lo hagan para ganar algo a cambio. Y es que en el propio comunicado la banda afirma que desea abrir un proceso de diálogo para "la superación de la confrontación armada". Es decir, lo que siempre han pedido.
Unos estarán más con la primera posibilidad, otros con la segunda. Pero una cosa es cierta con independencia del escenario en el que estemos: la política antiterrorista a aplicar debe ser la misma en ambos casos. Estado de Derecho sin excepciones para los criminales y promesa política de que jamás se negociará con terroristas. Dejémoselo claro.