Ayer dijo Rubalcaba, en Andalucía, que esta crisis económica no es de los socialistas. El gobierno de Rodríguez Zapatero no tiene, según el candidato socialista, responsabilidad alguna en esta crisis. Toda la culpa es de la derecha en general, es decir, de los mercados, y de los gobiernos de Aznar en particular. Sin duda alguna, estas palabras causan vergüenza ajena y ocultan que los socialistas llevan casi ocho años en el poder; pero, queridos lectores, consideren por un momento que esas palabras de mitin contienen alguna verdad; por ejemplo, aunque Rubalcaba lo exagera, concedámosle que la crisis económica no es sólo, obviamente, de España, sino que es también una crisis sistémica, o mejor, internacional.
Sin embargo, de ese reconocimiento no puede derivarse, se ponga como se ponga Rubalcaba, que los socialistas no tengan serias responsabilidades en el fiasco de nuestra situación económica: primero, porque se reconoció tarde la crisis; segundo, porque las medidas adoptadas no han sido aplicadas con la contundencia que requería el caso; y, en tercer lugar, porque faltan muchas otras medidas por adoptar, según nos indican un día sí y otro también en la UE y en EEUU.
Pero, en cualquier caso, de lo que no hay duda alguna es que la comunidad de Andalucía, gobernada por los socialistas en los últimos treinta años, tiene una estructura económica clientelar, basada en la ideología del progreso improductivo, es decir simular que se hace algo para no hacer nada, que ha llevado a esta comunidad a la ruina y, sobre todo, a la injusticia más atroz: las clases medias se proletarizan a unos niveles de difícil comparación con otros países de Europa, el desempleo crece sin límite y, por supuesto, se simula que los ricos pagan impuestos con la reimplantación del impuesto por patrimonio.
Ayer, Rucalcaba, ya que estaba en Andalucía, tenía que haber sido claro y defender que su modelo económico es el andaluz. Los socialistas andaluces, en los últimos treinta años, han desindustrializado casi totalmente Andalucía. Y, por supuesto, a medida que incrementaban los impuestos, se perdían de forma catastrófica los empleos, a la par que el 30% de los andaluces, según las estadísticas oficiales, se sume por debajo del umbral de la pobreza. Por otro lado, el sector público ha crecido de forma tan elefantiásica que cada andaluz trabaja más de 150 días al año para sufragarlo.
El modelo de Rubalcaba está a la vista; en Andalucía, tiene su ejemplo más "excelso": ha conducido a una sociedad dual, no de ricos y pobres, sino de quienes viven del presupuesto y quienes lo enjugan con sus impuestos.
A la luz de estos datos de Andalucía, da vergüenza el mitin de Rubalcaba en Granada. Por eso, precisamente, se merece perder por goleada. Por mentiroso compulsivo.