Hoy hace 11 años fue asesinado por ETA mi padre, Luis Portero, fiscal jefe de Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. No pasa un solo día desde entonces que no me acuerde de él y de todo el bien que hizo en su vida personal y profesional.
Hoy especialmente me acuerdo de todos aquellos asesinados en el olvido de los años 70 y principios de los 80. Hoy recuerdo cómo todos y cada uno de los atentados de ETA no han sido más que una carnicería sin ningún tipo de explicación. Incluso a la basura política que todavía justifica los atentados de ETA en la época franquista hay que recordarles que ETA asesinó a personas humanas, entre otros a muchos más civiles que militares. De estos asesinados me acuerdo hoy más que nunca en el año porque se les pretende meter en el cajón del olvido para que nadie sepa quiénes eran.
La carroña política de EA, de Alternatiba, de Bildu, pretenden equiparar a nuestros asesinados a los fallecidos de ETA en enfrentamientos policiales, cuando esos muertos etarras no eran más que asesinos que nunca más lo fueron porque la Policía evitó que lo siguieran siendo. Pretenden recoger el testigo de ETA-Batasuna para acercar a los presos de ETA al País Vasco engañando al gobierno de turno, en este caso al frágil gobierno de Rodríguez Zapatero.
Lo primero que debe hacer el próximo gobierno que se forme tras las elecciones del 20-N es romper y extinguir la política antiterrorista de complacencia con los presos de ETA e ilegalizar al actual brazo político de la organización terrorista, es decir, Bildu-Amaiur. La lucha antiterrorista no solamente se hace deteniendo comandos sino venciendo a todo su entorno, dentro del cual están los presos de ETA. Es lo que espera una de tantas familias que ha perdido a un familiar por causa del terrorismo de ETA.