Necedad es concepto que mejor define a toda esta pléyade regurgitada por estos pagos y allende los mares. Hay que ser tremendamente necio para ir a dorarle la píldora a uno de los tiranos más longevos y repugnantes del orbe (Penn y Stone, entre otros, con Castro). Tengo la impresión que a veces las fobias y complejos más íntimos tienen algo que ver con esas filias en principio incomprensibles.
Y lo peor es que también son malos actores.
Los medios audiovisuales fabrican monstruos, que base de auparse al púlpito de manera frecuente, sin la mínima sombra de mérito alguno en sus alforjas, se acaban creyendo verdaderos gigantes intelectuales caminando entre enanos (o personas de talla reducida, que les gusta apuntar a los políticamente ineptos)...
Es lo malo de premiar a la tribu y despreciar el verdadero talento. Que para las mentes simples, la singularidad acaba convirtiéndose en un derecho, reservado en todo caso, a la casta de los elegidos formada por ellos mismos y sus vergonzosas circunstancias...
Un país que ensalza el desparpajo de la ignorancia y margina a la virtud y al genio, no tiene mucho futuro...
Las gentes de la farándula, que se consideran como intelectuales, no son más que unos meros obreros de la cultura, como lo son los ferrallistas y encofradores en la arquitectura.
Se hacen llamar artistas, cuando en realidad son actores. El artista, el que hace arte es el autor de la obra, como lo es el arquitecto en la catedral.
No ha podido estar más acertada en su artículo.