Los desastres de Zapatero: un balance somero
Son tantos los errores de Zapatero que costará años recuperar el pulso (y no sólo económico) de la nación. Ese es el legado del peor presidente de la democracia y uno de los políticos más nefastos de nuestra historia.
Aún es pronto para calibrar la dimensión y categoría de los desastres causados por el aún presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Sin ir más lejos, la última alusión complaciente al comunicado de los presos terroristas es una contribución más a la indignidad y una nueva cesión ante los verdugos, tratados por Zapatero con una consideración que no han encontrado nunca las víctimas durante los siete años que todavía dura su presidencia. Que Zapatero pondere el comunicado de los etarras encarcelados (en los que se reclama un final sin vencedores ni vencidos y la amnistía de todos los presos) como un "paso significativo hacia el final de la violencia" es una prueba más del tipo de desatinos, en este caso contra España y contra las víctimas de ETA, que han caracterizado las dos últimas legislaturas.
La política territorial es otro de los frágiles escenarios donde Zapatero ha mostrado su desprecio por la historia, por la lógica, por las instituciones, por la Constitución, por el sistema judicial y por la mayoría de los españoles. La barra libre estatutaria concedida a los nacionalistas catalanes, así como las frecuentes concesiones, también al PNV, a cambio de la estabilidad parlamentaria ha acabado por darle la razón en su creencia de que la nación es algo relativo. Tan relativo, que el balance de sus dos legislaturas es un retroceso inédito en términos de cohesión nacional, con ciudadanos desiguales ante la ley y en la prestación de servicios en función de su lugar de residencia, con el consentimiento de atropellos como la política lingüística de la Generalidad y con una desestructuración institucional y judicial que permite a los nacionalistas en Cataluña hacer ostentación del incumplimiento de las sentencias.
Tampoco ha sido mejor la política internacional, en la que Zapatero ha sometido a España a notorios ridículos internacionales, con fotos tan desafortunadas como la protagonizada por la familia Rodríguez-Espinosa en la Casa Blanca, con compañías tan poco recomendables como la de Chávez, con meteduras de pata tan sonoras como tachar a Merkel de fracasada; con operativos tan patéticos como la Alianza de Civilizaciones. El colofón de esta escalada del despropósito ha sido el alineamiento a favor de las tesis palestinas, compromiso que la próxima administración deberá deshacer, como muchos otros, si aspira a que España recupere la posición internacional que le corresponde.
Por no hablar del balance económico, donde Zapatero ha logrado ahondar en una crisis que tiene en España manifestaciones más crudas que en el resto de Europa, con despilfarros sin cuento, ausencia lacerante de planes y una tasa de paro impropia de una economía avanzada. De hecho, son tantos los errores de Zapatero que costará años recuperar el pulso (y no sólo económico) de la nación. Ese es el legado del peor presidente de la democracia y uno de los políticos más nefastos de nuestra historia.
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