Leo en la web de Investigación y Ciencia una pequeña reseña acerca de cómo cuando "las mujeres escuchan una voz masculina grave recuerdan más y mejor la información que esta transmite que cuando escuchan voces masculinas de tonos agudos. Los resultados apuntan a que la sensilidad de la memoria al tono de voz masculino tiene significado evolutivo porque indica la calidad genética del hombre". Parece que la inquisición políticamente correcta ha tenido un fallo de seguridad.
Pero lo que me lleva a escribir hoy no es esto, sino otro artículo muy interesante en la revista matriz, Scientific American, acerca de la evolución de los abuelos. Al parecer, hace 40.000 años hubo un aumento enorme de la proporción de humanos modernos que llegaran a vivir el doble de la edad de la pubertad y, por tanto, podían ser abuelos potenciales. Aunque los humanos con anatomía moderna existen desde hace 200.000 años, el cambio es reciente y abrupto y la longevidad aumentó en ambientes especialmente duros, como la edad del hielo europea, mientras que entre los neardentales ocurría lo contrario. Al mismo tiempo, hubo un salto en la sofisticación cultural en esos mismos lugares en la misma época. Es tentador pensar que la abuelitud fue la adaptación que permitió la transferencia de información compleja de generación en generación necesaria para ese salto cultural hacia adelante.
Y esto exige adaptaciones mentales. Esto puede explicar cosas extrañas, como la memoria selectiva que los abuelos tienen para hechos memorables y mitificados del pasado, en contraste con su escasa memoria para el presente. Todo ello no puede ser una casualidad. En todas las culturas tradicionales, los abuelos ocupan el lugar más alto en la tribu. Sus historias son escuchadas ávidamente por los jóvenes. Su memoria de hechos y su imaginación transmiten información práctica y modelos heroicos a imitar para las generaciones futuras. Sin eso no se entiende la sociedad humana y su rastro se advierte en el legado de todas las civilizaciones conocidas. Hasta ahora.
Una generación joven es siempre más cortoplacista que la generación de mayor edad. Por tanto, la información intergeneracional está cargada de "deberes". En la sociedad actual, los jóvenes no escuchan las batallitas de sus mayores y copian modelos de su misma edad, mas autoindulgentes, sobre todo después de la invención de los medios de comunicación de masas -el movimiento juvenil era un concepto desconocido hasta la invención de la radio-. El cambio tecnológico facilita también el desprecio de la información intergeneracional.
Eso es problemático. La omisión de esa -exigente- información ha facilitado a la incomprensión e incluso demonización sistemática del pasado, además de glorificar estereotipos tan patéticos como la eterna adolescencia. Pero el efecto más dramático de todo esto es el olvido de modelos de conducta que son vitales en el largo plazo para la supervivencia de una sociedad, como los que permiten la preservación de la natalidad, o la noción de que la libertad no es gratuita y tiene un precio, por citar solo dos ejemplos.