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Agapito Maestre

Con dureza y chulería

El ministro del Interior, Antonio Camacho, y antiguo número dos de ese ministerio cuando se produjo el chivatazo, niega con vehemencia y rotundidad que el hecho del chivatazo esté probado. Eso se llama chulería.

El ministro del Interior pone en duda que se produjera el chivatazo a la ETA en el bar Faisán. Resulta muy sintomático de la deriva socialista. Mientras que algunos analistas políticos ven en el caso Faisán el cierre, e incluso la explicación final de las complejas y perversas relaciones entre algunos jueces y el Gobierno socialista, vinculaciones que además podrían conducirnos a la clarificación del mayor atentado político contra nuestra democracia, el 11-M, el ministro del Interior, Antonio Camacho, y antiguo número dos de ese ministerio cuando se produjo el chivatazo, niega con vehemencia y rotundidad que el hecho del chivatazo esté probado. Eso se llama chulería.

Hay una distancia tan abismal entre la posición de los periodistas y, sobre todo, del juez instructor, Pablo Ruz, por un lado, que considera los hechos del Faisán como un caso flagrante de colaboración con banda armada, y la actitud del actual ministro del Interior, por otro lado, que no acepta en modo alguno que esté probado el chivatazo, que uno no puede dejar de eludir la pregunta: ¿o mienten todos los que están investigando el caso Faisán o la posición de Camacho es una huida hacia delante, o sea, un intento de defenderse antes de haber sido juzgado? Más aún, no creo que quepa una pregunta más dramática para la democracia que la siguiente: ¿el caso Faisán podría quedar en nada si lo que dice Camacho es verdad: "La base probatoria del Faisán es lo que dice un presunto miembro de la banda"?

Sea cual sea el resultado del caso Faisán, e independientemente de que el pleno de la Audiencia Nacional el próximo martes le dé la razón a Gómez Bermúdez remitiendo el caso a un juez ordinario, que de este modo le restaría importancia a este terrible asunto sobre la posible colaboración de un gobierno de Zapatero con ETA, parece claro que el actual ministro del Interior ha querido sacar pecho en las declaraciones a El País. Ha cuestionado los hechos, a pesar de que los propios periodistas le han insistido en que "parece que hay pocas dudas sobre que hubo un chivatazo sobre la operación contra el aparato de extorsión de ETA, aunque cuestión distinta es la autoría." Creo que Camacho ha querido sacar músculo político y hacer una exhibición de fuerza; aunque por si acaso, por si alguien se atreve a procesarlo, el PSOE ya le ha reservado un puesto en las listas al Congreso de los Diputados. En fin, en mi opinión, estas declaraciones le hacen más daño que a nadie al propio Camacho.

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