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Adolfo D. Lozano

Ayn Rand contra la soja

Hoy, la sobreproducción de soja es tal en EEUU que ya no saben dónde más meterla; quizás en un futuro inventen un coche motorizado con salsa de soja. Y es que plantar soja en EEUU sale muy rentable.

"Mi Filosofía es, en esencia, el concepto del hombre como un ser heroico, con su propia felicidad como propósito moral de su vida, con el logro productivo como su actividad más noble y con la razón como su único absoluto". Estas palabras pueden muy bien resumir el pensamiento de Ayn Rand, la novelista contemporánea más influyente en EEUU y una de las filósofas más originales de aquel país. Sin embargo, muchos de mis habituales lectores se preguntarán quién era. Ayn Rand nació en realidad en Rusia en 1905. Sufrió el comunismo en primera persona y, con poco más de veinte años, logró huir a EEUU para no volver jamás. Nacionalizada norteamericana, narró a través de personajes su supervivencia al comunismo en su primera novela larga, Los que vivimos. Su pasión desde niña por la historia y la filosofía y su experiencia bajo el colectivismo, la acabaron convenciendo de la necesidad imperiosa de un valor por encima de todos para dar sentido moral al hombre: la libertad individual.

A través de novelas y ensayos fue perfilando un completo orden filosófico caracterizado por la defensa de la realidad objetiva, la razón, el ateísmo, la autoestima y el capitalismo liberal. Había nacido el Objetivismo. Aunque su novela El Manantial se convirtió en un clásico nada más publicarse –es de mis novelas favoritas, y llevada al cine con Gary Cooper–, La Rebelión de Atlas suele considerarse su obra cumbre de ficción. Con más de 1.000 páginas, desde 1957 es una obra de culto y según todas las encuestas el libro de todos los tiempos y géneros más influyente para los norteamericanos tras la Biblia, y para algunos obra cumbre de la literatura norteamericana. Hoy, el centro Rockefeller de Nueva York con su Atlas y su declaración de principios típicamente randianos, son una homenaje a la autora. La Rebelión de Atlas inicialmente iba a ser titulado La Huelga, pues narra cómo el mundo perecería si todos los cerebros del mundo hicieran una huelga indefinida. Atlas, el titán de la mitología griega, es quien sostiene al mundo; tomando este paralelismo, para Rand son los empresarios, inventores, auténticos artistas, etc... el motor del mundo, los persistentes, los productores, genios y héroes de la sociedad. En una época en la que aún Occidente daba una oportunidad al comunismo, el mensaje de Rand era tan rompedor como revolucionario: el capitalismo liberal, basado en el respeto a la esfera personal (propiedad), la mente, la producción y los intercambios libres, no sólo era el sistema económico más eficiente, sino principalmente el único sistema social ético y moral.

¿Y qué tiene que ver Ayn Rand con la nutrición y la soja? Recordemos que ya he expuesto que son más que casualidad los estrechos vínculos entre el mundo de la nutrición tradicional, ancestral y/o paleolítica –que claramente postulo– y el mundo del liberalismo. Así como que, por otro lado, el vegetarianismo, al menos tras la II Guerra Mundial, ha mantenido claras alianzas ideológicas con el socialismo y el anticapitalismo en general. En esta ocasión, reforzaré aún más esta tesis.

Bien es cierto que Ayn Rand apenas habló de temas nutricionales, y La Rebelión de Atlas no es una excepción. Sin embargo, si leemos con atención la novela algunas líneas pueden sorprendernos. Antes de nada, tengamos en cuenta un alimento predilecto en toda dieta políticamente correcta alta en carbohidratos y baja en grasas, y sacrosanto para los vegetarianos: la soja. Sin embargo, con la soja se consigue aceite vegetal alto en Omega 6, que puede reducir al siempre villano del colesterol total, a la par que promueve la inflamación. La soja, además, es quizás el alimento más rico en antinutrientes si no se fermenta, reduce la testosterona en hombres, puede producir hipotiroidismo, y es altamente peligroso incluirlo en la dieta habitual de un bebé, entre otras cosas. La soja es un alimento favorito de los vegetarianos, todos los lipofóbicos que en el mundo han sido, y por supuesto de los gobiernos. Fue el político republicano Earl Butz quien, a través del Departamento de Agricultura en EEUU en los años 70 destruyó a su antojo la agricultura norteamericana para convertirla en un cuasimonopolio de tres productos: maíz, trigo y soja. El auténtico trío de la tragedia de obesidad y plaga de enfermedad crónica en EEUU y que tan ineptamente hemos, los demás, en gran parte adaptado. Hoy, la sobreproducción de soja es tal en EEUU que ya no saben dónde más meterla; quizás en un futuro inventen un coche motorizado con salsa de soja. Y es que plantar soja en EEUU sale muy rentable. El Gobierno te paga, aunque luego no sepa qué hacer con tanta.

Pues bien, si leemos con atención La Rebelión de Atlas, podemos observar que en la 3ª parte de la novela la soja representa los más bajos valores. Emma Chambers es nombrada la planificadora alimentaria del supuesto EEUU comunista, cuyas "progresistas" ideas nutricionales la llevan a crear el "Proyecto de la Soja", para convertirse en "sustituto del pan, la carne, los cereales y el café". En la página 943 de la edición norteamericana podemos leer:

Millones de dólares procedentes de los impuestos han sido transferidos al ‘Proyecto de la Soja’, un proyecto sociológico para cambiar el comportamiento de la gente, ‘con el propósito de reacondicionar los hábitos alimentarios de la nación’

Dagny Taggart, protagonista y aguerrida empresaria que dirige una compañía de ferrocarriles, llega a ver cómo le nacionalizan su empresa para, entre otras cosas, emplear sus trenes para transportar soja.

"No hay peor inconformista que el inconformista a la moda", decía Rand. Durante los últimos 50 años los inconformistas nutricionales a la moda han sido los vegetarianos y grasofóbicos. Y finalmente, la moda parece haber terminado convirtiéndose en tener sobrepeso o diabetes. 

En Tecnociencia

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