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Cristina Losada

Vosotros fascistas sois

Es una función simple en su perversidad. Se trata de no llamar terroristas a los terroristas, que tal fue la gran evasión protagonizada por la izquierda ante el 11-S.

Diez años después de los atentados del 11 de septiembre, nada ha cambiado. Es decir, nada ha cambiado en la galaxia política que, desde el minuto siguiente al horror, se volcaría en exculpar a los autores de la atrocidad. Triste es constatarlo, por predecible que fuera, pero hay más. La coincidencia del aniversario con una crisis financiera y económica que afecta, esencialmente, a Estados Unidos y a parte de Europa, ha permitido recargar las débiles baterías intelectuales de la espeluznante transferencia de culpa a la que se procedió entonces. Sí, señores, se ha confirmado quiénes eran y son y siempre serán los auténticos terroristas, tal y como adelantaron, tras aquella mañana septembrina, las luminarias de la izquierda. La crisis ha revelado que los verdaderos terroristas, los únicos, en realidad, son los mercados.

El premio Nobel de Literatura, Darío Fo, fue uno de los primeros que tradujo el sentir general en la izquierda de que los ataques habían sido provocados por sus víctimas y, en concreto, por su criminal economía. Con los muertos aún sin cuantificar, el escritor envió este mensaje: "Los grandes especuladores chapotean alegremente en una economía que mata cada año a decenas de millones de personas con la miseria. ¿Qué son en comparación los 20.000 muertos de Nueva York?". Abundaron y sobreabundaron en tales extremosidades Chomsky, Galeano y celebridades menores. Y al cabo de una década, uno puede leer en un suplemento cultural español dedicado al aniversario que "el nuevo terrorismo de los especuladores financieros coarta las arterias del mercado". O artículos en los que se tacha de "bandas terroristas" a los mercados y a las agencias de calificación. Por mucho que repugnen a la razón esos dislates, lo primordial es la función que cumplen.

Es una función simple en su perversidad. Se trata de no llamar terroristas a los terroristas, que tal fue la gran evasión protagonizada por la izquierda ante el 11-S. Pero, como consecuencia del 11-S, ha incorporado a su discurso el término "terrorista", que tantas reticencias y repugnancias le provocaba, vaciándolo de contenido en su abuso. Aunque estas piruetas no son más que el retorno de un clásico nuestro. Aquel "¡vosotros fascistas sois los terroristas!". Aquel grito de una izquierda a la que los crímenes de ETA sorprendían en insostenibles acrobacias morales. Los terroristas no eran aquellos nacionalistas vascos, como no lo eran los fanáticos suicidas de Ben Laden. Una tradición que sigue viva.

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