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Emilio Campmany

Esquizofrenia paranoide

Si Blanco representa al paranoico y Felipe González al psicópata que se cree con una misión especial en la vida, Alfonso Guerra es el esquizofrénico puro, el de la doble personalidad.

A estas alturas, el diagnóstico no puede ser otro. Ya no es un problema de Zapatero o Rubalcaba, sino que la enfermedad se manifiesta en forma de brotes psicóticos, alteración de la personalidad y manía persecutoria en todo el partido. Vean si no.

José Blanco se cree perseguido por un Cara de Cuero de derechas, armado de la motosierra de La matanza de Texas, dispuesto a descuartizar el Estado del Bienestar hasta hacerlo picadillo. Lo hace sin darse cuenta de que lleva más de siete años en sus manos y en las de su partido y que, si hoy yace segado una y otra vez por una sierra eléctrica, es por lo que ha hecho el PSOE con él. María Dolores de Cospedal se lo recuerda y el pobre Pepiño huye corriendo, atolondrado y desconcertado, gritando "no, no" y negando agitadamente con la cabeza mientras el rugir del motor de la sierra de Cara de Cuero le persigue desde el interior de su trastornada cabeza.

Felipe González alucina en colores y levita, casi vuela y convertido en una especie de Gladstone del siglo XXI nos sermonea sin que nosotros, sus torpes compatriotas, le entendamos ni le valoremos. Él vino a este mundo con la misión de convertirnos en suecos, quienes ya limitaron constitucionalmente el déficit en los años treinta. Y nosotros, borricos como somos, nos negamos y nos oponemos a una reforma constitucional que él nos explica que es consecuencia de "una emergencia nacional, europea y mundial". Total, que el futuro del Mundo pende de nuestra reforma constitucional y nosotros, animales, sin enterarnos. Si no fuera por mí, pensará él. Lo dice el tío que hizo de España el país más corrupto de Europa después de la Italia de Bettino Craxi.

Si Blanco representa al paranoico y Felipe González al psicópata que se cree con una misión especial en la vida, Alfonso Guerra es el esquizofrénico puro, el de la doble personalidad. El tío hace dos días que ha votado la reforma constitucional y ahora dice de ella que el Gobierno ha tenido que hacerla para que "los poderosos no arrasaran el país". No sólo, sino que vivimos en una época en la que "los enemigos de los humildes se han apropiado del poder". Y ha terminado afirmando que la culpa de la crisis la tiene "la codicia de unos pocos". Y mañana cogerá, se sentará en su escaño y aplaudirá con las orejas todo lo que el Gobierno de su partido, brazo de los poderosos y enemigo de los humildes, haga. Y lleva así más de siete años.

Los demás en el PSOE se miran unos a otros con la boca abierta sin saber de donde les vienen las tortas y especulando sobre si el culpable es el capitalismo, la burguesía, los mercados o los ricos. Y no se dan cuenta, majaras como están, de que el mal nace y muere dentro de ellos mismos. Que se lo hagan mirar.

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