Cuando se les acabe el chapapote mental en el que están encenagados, saldrán, otra vez, con la guerra de Irak y el malvado Aznar, y sí aún creen que pueden arañar un puñado de votos, tratarán de subirse a todos los 15 M que tengan a mano con cualquier pretexto.
Todo es bueno pa'l convento, que dijo el fraile llevando una puta al hombro.
Pues eso.
Diagnóstico!
Ahora van todos con "motosierra"....su pobre imaginación les delata.
El problema de estos tipos es que son incapaces de pensar que ellos jamás han hecho algo mal. Tanto es así que por muchas barbaridades que hagan rematadamente mal, y una tras otra y simultáneas, nunca admitirán que sea por su culpa. Incluso cuando critican a "los poderosos" o "los mercados", son tan cerrados que no admiten que ellos son los únicos que han gozado y gozan del mayor poder en el gobierno, instituciones, medios de comunicación, lobbies sindicales, judiciales, tirititeros y oenegés subvencionadas y demás grupos del arco nacional-socialista, donde más dinero se han repartido entre ellos mismos, para sobornos y compra de voluntades. ¿Poderosos ellos? ¿De qué?
La desfachatez recurrente de los viejos caciques de nuestra "gauche divine" es como esas astracanadas que no acaban de pasar de moda: Siguen reponiéndose año tras año, como "Enseñando a un sinvergüenza" o "Sé infiel y no mires con quién".
Y es que el problema no es el tanto el guión, (que es deplorable), ni los actores, (auténticos golfos), sino el público.
Público no les falta. (Y "El País" tampoco).
Saludos, don Emilio
Monsieur de Sans-Foy
Más que de esquizonefria, de pura locura o de majaras diciendo y haciendo majaderías, me parece más acertado hablar de ineptitud, necedad, ignorancia, demagogia, sinvergonzonería e hipocresía.
Asimismo, se debe tener en cuenta que los mensajes emitidos por los susodichos y sus medios se elaboran en la firme convicción de que sus receptores están próximos a la idiocia en todo cuanto se refiere a la política merced a lo que Gabriel Albiac denomina "sentimentalización de la política" y cuyo efecto es que millones de votantes se comporten como auténticos hinchas de fútbol apegados de por vida a unos colores sin atisbo de racionalidad.