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Amando de Miguel

Manías, melindres, milongas, modas y muletillas

Hay modas exasperantes, como la de decir "gobernanza" para el acto o la función de gobernar. No está mal la imagen de "salvar los muebles" para indicar un mal menor, una decisión in extremis. Pero es la repetición de esa imagen lo que llega a cansar.

Es sabido mi punto de vista sobre el lenguaje. No me interesa tanto si algo está bien dicho o mal dicho, sino por qué se repiten determinadas palabras o expresiones como si fueran modas o manías. Por ejemplo, los economistas nos han acostumbrado a decir "a futuro" o "en el corto plazo". Siempre se ha dicho "en el futuro" o "a corto plazo". ¿Por qué se cambian las preposiciones en una y otra expresión? Por desidia, por ignorancia, por presumir de experticia; a saber por qué.

En los debates de la radio o de la tele el escueto "hoy" se sustituye por "a día de hoy". ¿Será una influencia francesa? Los tertulianos todo lo "ponen encima de la mesa", aunque no haya mesa. Quizá sea una forma de alargar el parlamento. Da más prestigio estar hablando más tiempo; aunque ignoro por qué. Luego hay algunos trucos para que no le corten la palabra a uno. Por ejemplo, decir "punto número uno", lo que exige escuchar el punto número dos. Una función parecida se cumple con lo de "dicho lo cual".

En la parla pública hay muchos eufemismos. Anoto algunos: "social" (= político), "público" (= estatal), "emprendedor" (= empresario), "tolerancia cero" (=intolerancia), "referente" (= modelo).

Me fascinan las palabras que son comodines, que se emplean sin ton ni son, con significados varios y difusos. Por ejemplo, ámbito, importante, propio. Normalmente no quieren decir nada, pero dan mucho lustre al que las pronuncia.

Son innúmeras las técnicas para alargar la frase en la parla de políticos y tertulianos. Quien mucho habla parece que mucho sabe. Nuevamente, aporto algunos ejemplos: "poner de manifiesto" (= manifestar), "hacer acto de presencia" (= presentarse), "de una vez por todas" (= definitivamente), "mirar para otro lado" (= despreciar).

Es sabido el alto prestigio que se concede en España al lenguaje jurídico. Tanto es así que, a veces, el terminacho jurídico resulta un tanto irónico. Por ejemplo, el "fallo" de un juez (no el error, sino la sentencia), la "diligencia" de los jueces (que no suele ser algo expedito), el "sumario" (que no suele ser precisamente breve).

Hay modas exasperantes, como la de decir "gobernanza" para el acto o la función de gobernar. No está mal la imagen de "salvar los muebles" para indicar un mal menor, una decisión in extremis. Pero es la repetición de esa imagen lo que llega a cansar.

Me maravilla la expresividad del lenguaje taurino aplicado a la vida corriente. Sin embargo, nunca me ha quedado claro por qué "coger el toro por los cuernos" significa actuar con responsabilidad y decisión. Ni siquiera los toreros se sienten seguros cuando cogen el toro por los cuernos. Desde luego, un inglés no entenderá nunca esa expresión. 

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