El otro día en Cuatro Vientos.
Miles de peregrinos con acreditación llegando tres horas antes de que comenzase la vigilia se encontraron las puertas cerradas. Los policías allí situados no daban explicaciones. "Por seguridad". "Las puertas están colapsadas". Medias mentiras, medias verdades para justificar una situación que probablemente ellos tampoco entendían y órdenes que tenían que cumplir.
Los peregrinos fuimos marchando de una puerta a otra hasta que nos dejaron entrar en la zona del fondo sin posibilidades de ver al Papa. ¿Frustrados? Sí y mucho.
Al salir (los que no nos quedamos a pasar la noche) coincidimos con los policías que se retiraban. ¿Cuál fue la respuesta de la misma gente que se había visto frustrada en su ilusión de entrar? Aplaudirles. Aplaudirles por el trabajo bien hecho, por haber velado por nuestra seguridad, porque se quedaron sin permisos ni vacaciones para hacer todo eso.
Sí; tampoco se ha dicho que -para Vía Crucis y Misa en Cuatro Vientos al menos- los policías, amables y atentos, cumplían misiones difíciles porque las instrucciones 'de seguridad' resultaban paradójicamente taaan incómodas: menos autobuses, menos paradas, poca información concreta... y todo iba como una seda
el mismo cielo mandó un sol implacable, y vientos y chaparrones ¡para dar ejemplo!