Mala pedagogía
Lo mismo se puede aplicar al engendro adoctrinador llamado Educación para la Ciudadanía, que es la punta de lanza del intento totalitario de nuestra época: la corrección política.
Ahora que estamos en verano, muchos españoles hacen turismo para aprender Inglés. El fracaso de la enseñanza reglada de idiomas en España a través de la gramática es notorio. Pero afortunadamente ésta se va abandonando como vehículo para enseñar idiomas, del mismo modo que cada vez se enseña menos música comenzando las clases con el solfeo. Esos métodos pedagógicos son aberraciones consecuencia de la idea de que la mente consiste en unos pocos sistemas de aprendizaje generalistas. Bajo este enfoque, el acto de aprender consiste en alimentar esos mecanismos con reglas. Para sus partidarios, un idioma, por ejemplo, se aprende absorbiendo explícitamente sus reglas gramaticales.
Estos métodos han fracasado porque el cerebro humano contiene muchos sistemas especializados para actividades, como el habla. Estos módulos manejan unas reglas generales, con las cuales nacemos. Un idioma, por ejemplo, es un caso particular para el módulo funcional que se encarga de procesar el lenguaje. Esos módulos aprenden naturalmente a través de ejemplos, nunca mediante reglas, como cualquier pedagogo práctico sabe. Al contrario, las reglas de un idioma no alimentan el aprendizaje del módulo correcto –el que permite hablar con fluidez– sino el de inteligencia racional consciente, que es demasiado lenta y que, además, cuando se habla está ocupada en el que decir y no en el cómo decirlo. Es como si intentáramos enseñar a jugar al fútbol a través de mostrar las leyes de la mecánica newtoniana.
La visión racionalista-reglamentarista implica una mente vacía de reglas preexistentes y no tiene solo consecuencia en la enseñanza de materias. Lo mismo se puede aplicar al engendro adoctrinador llamado Educación para la Ciudadanía, que es la punta de lanza del intento totalitario de nuestra época: la corrección política. Es el colmo de la estupidez el suponer que unos chicos van a ser pacíficos por adoctrinarlos en algo tan redundante como lo buena que es la paz. El fracaso de EpC es seguro, como también lo es el sufrimiento que van a provocar, porque ignoran que las relaciones humanas de colaboración y agresión no se rigen por la inteligencia general consciente, sino por sus propios módulos, que intervienen en los sentimientos y tienen profundas razones evolutivas.
Está claro que la visión racionalista se presta a la ingeniería social y proporciona dinero y poder a los estamentos "científicos", mientras que la idea de la mente formada por módulos especializados, propuesta por la Psicología Evolucionista y la inteligencia artificial, se presta mucho menos a ello. No es extraño, por tanto, que la ciencia oficial se resista. Las revistas científicas, que hacen lobby para aumentar el poder de los científicos en la sociedad, como Investigación y Ciencia o Nature ponen la alfombra roja a teorías que se prestan a ello aunque sean más que dudosas, como el calentamiento global antropogénico. Sin embargo, estas mismas revistas tratan a la idea modular de la mente y su evolución con un escepticismo digno de mejor causa, y plantean una y otra vez objeciones mil veces refutadas.
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