De esta manera han abierto los informativos de La Sexta durante esta semana. Que un chaval se pase una semana a cuerpo de rey en Madrid por algo más de doscientos euros es un chollo, según estos ricos de extrema izquierda que hacen negocio al calor de lo público. Ponemos unas imágenes cantando "Alabaré" y ya tenemos la gracia: la derecha puebla Madrid de frikis y de gorrones. Y no sólo eso, la visita del Papa a España nos cuesta dinero, perjudica al mundo del taxi, a los comerciantes y a algunas terrazas de bar que se ven obligadas a cerrar durante un par de días. Vaya; la comparación con la invasión violenta e ilegal que se ha llevado a cabo durante meses en Madrid es inevitable y, seguramente, ustedes habrán leído ya una veintena de artículos haciendo lo propio. Pero no me digan que reprochar al Papa que su visita provoque cortes de tráfico, incomodidades a los madrileños y pérdidas al comercio no tiene toques de genialidad.
Yo muy practicante no soy, y es que en Cataluña junto a la doctrina, por el mismo precio, te adjuntan nacionalismo moderado en pequeñas diócesis. Bueno, moderado y no tan moderado. Por eso yo soy más de Boadella que de la Tarraconense. Pero aunque el asunto del Papa ni te vaya ni te venga, te obligan a tomar partido. A tomar partido por la libertad y el respeto. Como pasó con los indignados; dos meses han bastado para dar a los partidos políticos la mejor campaña de reafirmación. Visto lo visto, vivan los partidos españoles, aunque sean un desastre. Y con la visita del Papa pasa algo parecido. Podemos hacer cientos de comparaciones, pero en el fondo y en la forma lo que sucede es que debemos empezar a reconocer que en España una parte de la sociedad no respeta a la otra parte. Por supuesto que la Iglesia ha cometido errores: ahí está Sistach. Pero que dejen a la gente que disfrute y el que no quiera, pues que no vaya.
Además, la rosca da varias vueltas sobre sí misma cuando en el país en el que se pasea a Bildu por los parlamentos y las televisiones autonómicas, se pide a la Fiscalía que esté atenta al discurso del Papa. Y es que cuando Cameron habló de una parte de la sociedad enferma, pensé que se refería a la nuestra.