Las revueltas callejeras de Londres y Madrid sólo se parecen en la violencia. Nadie compare demagógicamente los sucesos de Londres con los de Madrid, o sea, nadie diga que la protesta callejera de Madrid es pacífica y la de Londres violenta. Mentira. Son fenómenos sociales radicalmente distintos, aunque ambos pudieran tener ese punto en común. Tiendo pensar que el primero se solucionará, pero el segundo seguirá enquistado como un cáncer que corroe el sistema español. Mientras que los incidentes de Inglaterra son de orden público, que se resolverán metiendo en vereda a los delincuentes y criminales, por el contrario, la ocupación salvaje del espacio público en España tiene un cariz "político", o mejor dicho, de asesinato político de guante blanco al que nadie le ve solución, o peor, nadie se atreve a pensar cómo podríamos reforzar nuestro sistema de libertades reprimiendo a los salvajes.
El orden público, antes o después, se restablecerá en Inglaterra, pero el restablecimiento del sistema democrático español, o sea que todos los ciudadanos seamos tratados por igual ante la ley y se nos garantice el uso de nuestras libertades, no parece tan sencillo. Por ejemplo, nadie con un poco de decencia intelectual puede dejar ver con perplejidad que a los del 15-M se les permita todo tipo de tropelías, que van desde la ocupación sistemática del espacio público hasta la agresión a los agentes judiciales para que ejecuten un desahucio. ¿Por qué razón hay que dejar a los del 15-M en la Puerta del Sol entorpeciendo la vida ciudadana? ¿Por qué tienen que ocupar un espacio público de información o de lo que sea en la Puerta del Sol?
Son, desde el punto de vista democrático, infinitamente más graves los fenómenos sociales y "políticos" que sistemáticamente atacan el espacio público común y atentan contra la libre circulación de las personas, como son los casos de España, que los problemas de orden público que, cíclica y casi regularmente, suceden en la sociedad británica. Hay, no obstante, alguna novedad en los saqueos a los comercios y asaltos a la propiedad privada en las actuales revueltas callejeras de Inglaterra, por ejemplo, el modo de convocarse y comunicarse entre sí los salvajes; pero, al final, lo decisivo es la respuesta que recibirán esos delincuentes. Hoy como ayer, las autoridades británicas sólo tienen una solución contra el salvajismo violento: el Estado meterá, reitero, en vereda a los salvajes. 18.000 policías restablecerán el orden público, porque Inglaterra es, a pesar de los pesares, una gran nación.
¿Quién es capaz en España de restablecer el orden político que me asegure que yo soy un ciudadano libre e igual ante la ley? ¿Quién me asegura que puedo caminar por Sol, o tomar un metro en Madrid, sin que me agreda un bocazas que se mea en un policía, es decir, en alguien que ejerce el monopolio legítimo de la violencia?