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José Carlos Rodríguez

Zapatero ante la Historia

Hay que ser muy optimista para creerse en la posición de conformar el juicio que merecerá de la Historia. El optimismo tiene mala prensa, otro de los errores de Zapatero. A veces se confunde con la tontería.

En una ocasión tuve una breve conversación con José Luis Rodríguez Zapatero. Le hice una pregunta aprovechando que pasaba a mi lado mientras caminaba para salir de la sala de prensa del complejo de La Moncloa. No me interesaba la respuesta sino cómo me la daría él en primera persona. Mira como si fuera de su interlocutor no hubiese nada más importante en ese momento. Imagino que es a eso a lo que se refieren cuando dicen que tiene magnetismo personal. Zapatero reunió recientemente a varios periodistas para desplegar todo su encanto y convencerles de que él no es tan malo, de que con la perspectiva histórica se le reconocerá como un buen presidente.

Por eso tienen gracia las palabras del ministro Jáuregui, según las cuales a ZP "le hará más justicia la Historia que la prensa". No sé si ha pronunciado la "h" mayúscula, pero al final, para seducir a la Historia ha acabado recurriendo a los periodistas. Forma parte de su concepción de las cosas. La realidad no cuenta. Sólo el modo en que ésta se mire. El color del cristal; como si no hubiese difracción. Es, también, toda su teoría económica. La crisis no existe y cuando no puede evitar reconocerla, es todo una cuestión de "confianza". Desasido de la realidad es fácil caer en el optimismo, antropológico o el que sea.

Hay otro elemento llamativo. La urgencia. Los historiadores del minuto, en lugar de los que historian regímenes, eras, espacios que van más allá del titular de un periódico. Es una vuelta al concepto de memoria histórica. La historia mientras él tiene memoria. Hay que ser muy optimista para creerse en la posición de conformar el juicio que merecerá de la Historia. El optimismo tiene mala prensa, otro de los errores de Zapatero. A veces se confunde con la tontería.

Como mucho reconocerán al Zapatero que le estalló en las manos una crisis que ni previó ni entendió ni supo cómo manejar. Manco, dirán, no pudo manipular a España para convertirla en otra cosa. Pero, como ha señalado Arcadi Espada, hay personajes que han merecido la condena prácticamente unánime. Zapatero, que ha querido barrer el pasado ("durante el franquismo no había españoles") y transformar el presente, quiere mediatizar el juicio de la historia. Pero una vez más, el peso de lo real acabará por arruinar sus pretensiones.

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