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Adolfo D. Lozano

El sedentarismo no es la causa de la obesidad

El resultado del estudio es claro, tanto que el título del estudio no deja lugar a dudas: "La gordura conduce a la inactividad física, pero la inactividad no conduce a la gordura".

Todos somos testigos. No hay conversación sobre el problema actual de la creciente obesidad en que no se cite el sedentarismo como una de sus principales causas, por no decir que todos estén de acuerdo en ello. Sin embargo, las estadísticas no parecen cuadrar mucho con nuestras presunciones.

En los años 50 no existían gurús del aerobic, ni bebidas para deportistas, tampoco actividades como el mountain bike o el spinning. En EEUU, ejemplo perfecto del boom de la obesidad, en los años 60 la industria de los gimnasios tenía beneficios de 200 millones de dólares anuales, mientras en 2005 sumó la escalofriante cifra de 16.000 millones de dólares. En 1977, el New York Times hablaba de la "explosión del ejercicio físico" entre la población, y en 1980 el Washington Post se refería a una "nueva revolución del fitness". Durante los últimos 30 años lo cierto es que en Occidente al menos hemos aumentado nuestro nivel de actividad física, reducido las calorías totales así como el consumo de la tan denostada y calórica grasa saturada. Tomemos el caso de Reino Unido. Entre 1974 y 2004, los británicos han reducido su consumo calórico un 20%, hoy comen un 20% más de frutas y vegetales que en los 70 y se calcula que hacen nada menos que un 25% más de ejercicio que en 1997. Los británicos parecen haber estado siguiendo fielmente los dictados políticamente correctos, pero ¿esto se ha traducido en que hoy están más delgados que hace 20 o 30 años? Los datos sugieren justamente lo contrario.

La relación del sobrepeso y el sedentarismo en realidad parece reflejar la misma pregunta acerca del huevo y la gallina. Son muchos los que creen que los deportistas de maratón y muchos otros son delgados porque hacen mucho ejercicio, especialmente aeróbico. Y por tanto, que los que están gordos es porque son sedentarios. Pero esto es asumir demasiado rápidamente la relación causa-efecto. ¿Qué fue primero, la gallina o el huevo? Exactamente, ¿los deportistas de maratón son delgados porque son deportistas, o son deportistas de fondo porque son delgados? Un estudio publicado en 2009 en Archives of Disease in Childhood se hizo la misma pregunta a propósito del sobrepeso infantil. En total, se analizaron 202 niños de entre 7 y 10 años durante un período de tres años, en los que se fue evaluando su actividad física y su porcentaje de grasa corporal. El resultado del estudio es claro, tanto que el título del estudio no deja lugar a dudas: "La gordura conduce a la inactividad física, pero la inactividad no conduce a la gordura". Los autores del estudio afirmaron que "esto podría explicar por qué los intentos de abordar la obesidad infantil con la actividad física han sido ampliamente ineficaces". Personalmente soy un gran entusiasta del ejercicio físico por muchos motivos. Pero pensar que es la clave para perder peso es una creencia no respaldada –al menos no claramente– por la ciencia.

Entonces, ¿por qué seguimos creyendo en esta idea? Porque largas décadas de pensamiento calórico –esto es, creer que el peso se reduce ingiriendo menos calorías y gastando más– no van a esfumarse de la noche a la mañana. Ello a pesar de bastantes evidencias en sentido contrario. Si el ejercicio físico moderado posee un lugar a la hora de mantener un peso saludable no es tanto por su impacto sobre el gasto calórico, sino mucho antes por su influencia positiva sobre la inflamación celular. En la pirámide del estilo de vida antiinflamatorio el ejercicio moderado importa, pero de poco vale si no seguimos su base: la dieta. Como ya sabes, una antiinflamatoria.

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