Exacto. Recordemos que lo hizo todo sin colaboración alguna. Un loco malvado.
Excelente y sensato artículo. Gracias por escribirlo, porque hacía falta.
También hace falta que los periodistas, tan dados a la imprecisión y el error vergonzoso, empiecen a distinguir entre el loco que no es dueño de sus actos y se lía de buenas a primeras a golpes, a perdigonazos o a cuchilladas con los vecinos del pueblo, su familia o el primero que ve, y el loco que sí sabe lo que hace, y lo planifica con gran cuidado y alevosía, para llevar a cabo su gran obra de venganza y de propaganda y exaltación de su persona, que suele acabar con el suicidio (para evitar la cárcel y ser confundido con vulgares criminales sin motivaciones excelsas, y no por arrepentimiento) o bien con el ritual de la consagración pública y la obtención de «fama», cuyas etapas son la detención, el juicio, y las entrevistas desde la cárcel o el corredor de la muerte. Alguno de estos locos malvados es coherente y se declara culpable y acepta su castigo, ya sea la cadena perpetua (lujo que sólo pueden permitirse los países más serios y avanzados) o la pena capital. Otros prefieren montar un espectáculo circense e inventarse historietas que conmueven a unos cuantos incautos.
Pero lo cierto es que no son más que malvados y locos, saben perfectamente lo que hacen, y no son un producto de la «decadente» civilización occidental, o de la posmodernidad, pues estos monstruos ya los conocieron nuestros antepasados más remotos, mucho tiempo antes de la invención de la escritura y la economía. Un asesino no necesita mucha imaginación para inventarse una excusa para matar, sólo necesita ser coherente en su maldad, constante y planear sus acciones cuidadosamente. Y esto no es por culpa de la socialdemocracia ni del conservadurismo, ni de los ancaps ni de los liberales clásicos, ni de los keynesianos o los comunistas. Ni tampoco tienen la culpa los protestantes, ni los judíos, ni los muslimes, ni los católicos; ni los homosexuales, ni Hollywood, ni los medios de comunicación, ni la Internet, ni Federico Jiménez Losantos, ni Zapatero. El monstruo es monstruo y hace monstruosidades. Y nosotros, los tontos, nos peleamos por mentiras que nos rodean como fantasmas, mientras los malos se burlan y se relamen de gusto. La condición humana es, fundamentalmente, autodestructiva.
Un loco no escribe 1500 folios, es un fanático impregnado de una ideología que extremada y mezclada con su mente repugnante ha dado como resultado esto.
Ha sido muy buena la intervención de Zapatero, apuntando que no es la locura la que conduce al fanatismo, sino a la inversa. Si el mismo análisis lo aplicase a los asesinos de ETA, habría que estudiar la ideología fanática y expulsarla de la vida política.