Prácticamente todos creemos en ello, y cada vez que llega el verano nuestros miedos al respecto se incrementan. Gracias, por supuesto, al intenso interés que la comunidad dermatológica ha puesto en las últimas décadas. Pero, ¿y si tuviéramos que cuestionar a la propia comunidad médica? Cuando pronunciamos u oímos "cáncer" y "Sol", automáticamente pensamos en cáncer de piel. Podemos básicamente diferenciar tres tipos de cáncer de piel: el carcinoma de células basales, carcinoma de células escamosas, y melanoma. El más peligroso y maligno de los tres es el melanoma.
Contraviniendo la sabiduría popular, se sabe que la mayoría de melanomas se producen en las zonas menos expuestas al Sol, y que la exposición solar regular se correlaciona con menor incidencia de melanomas. En el mundo científico las controversias acerca del Sol y cáncer de piel son claras. En 2008, el British Journal of Medicine ofrecía en una de sus ediciones editoriales dos posturas médicas enfrentadas. El dermatólogo Dr. Sam Shuster escribía contra la relación directa entre Sol y mayor riesgo de melanoma, argumentando que:
- El melanoma maligno y su mortalidad es inferior en los sujetos con exposición solar regular (se citan más de diez estudios que lo verifican).
- Es difícil inducir melanoma con luz ultravioleta en un laboratorio.
- No hay relaciones claras entre latitud y melanoma o uso de camas solares y melanoma.
Esta pasada primavera el rotativo británico Daily Mail publicada un artículo del profesor Angus Dalgleish instando a exponerse al Sol para combatir el melanoma. Poco antes, la prensa se había hecho eco del fallecimiento de una joven británica de 21 años, Cerys Harding, por cáncer de piel. Lo supuestamente llamativo es que Cerys evitaba siempre el Sol y nunca usó en su vida una cama solar. Una de las principales asociaciones científicas sobre el cáncer en Reino Unido, el Cancer Research, sigue vinculando la exposición solar con el melanoma, una relación más que cuestionable.
Espero que la mayoría de mis lectores hayan llegado ya a la clave de la cuestión. Efectivamente, se trata de la vitamina D. El Dr. Michael Holick, considerado la mayor autoridad mundial en vitamina D, asegura que "exponerse a la luz solar y generar algo de vitamina D puede ser muy protector frente al melanoma. La cuestión es que mejorar tus niveles de vitamina D, vía suplementos o vía luz solar, aporta a tus células cutáneas un mecanismo que evita que lleguen a ser malignas". Por lo que no debe extrañarnos el resultado de un estudio reciente, que halló que los suplementos de vitamina D reducen la probabilidad de sufrir cáncer de piel al menos en mujeres. Tampoco que quienes han sido diagnosticados con melanoma tienen un significativo riesgo superior de sufrir también cáncer de pecho o de próstata, cánceres en los que la vitamina D parece tener bastante que decir.
Si el uso de protectores solares de modo expeditivo podría asociarse con mayor riesgo de melanoma, es porque éstos bloquean la capacidad de generar vitamina D a partir de la radiación solar. Pero, por supuesto, no debemos olvidar que mientras la relación entre melanoma y Sol más que probablemente es la contraria a la que comúnmente se cree, en los otros cánceres de piel la historia no parece ser la misma.
El ser humano evolucionó expuesto a la luz solar, y todo apunta a que en gran parte también gracias a ella. Ni la tanorexia ni la fotofobia parecen conductas equilibradas ni saludables. Y no lo son. Nadie que tiene un dolor de cabeza se tomaría una caja entera de aspirinas. Todo parece tener un umbral, no demasiado alto, pero tampoco demasiado bajo, que resulta terapéutico. Igualmente el Sol, tomado sin protección de modo razonable y racional es, y siempre lo ha sido, fuente de vida.
¿Cuál es mi recomendación? Guiarnos por la tabla de tiempos de exposición favorable del Dr. Michael Holick según nuestro tipo de piel, hora del día y mes del año. Obviamente se refiere a tiempos de exposición sin ninguna protección, y huelga decir que no es aplicable a personas alérgicas o intolerantes al Sol, quienes tendrán prácticamente por entero que confiar en los suplementos de vitamina D3. Pasado el tiempo de exposición solar favorable, es importante usar un adecuado protector solar de amplio espectro UVA-UVB; y aunque es casi imposible encontrar hoy fotoprotectores sin protección UVA, sí es posible por desgracia en algunas ‘cremas de día’ con SPF. Verifica que el SPF (que indica protección UVB) vaya acompañado de un filtro UVA. Sigue las guías establecidas de auto-exploración de lunares y si tienes dudas acude a tu dermatólogo.
Si tu médico te propone huir del Sol por el riesgo de melanoma, háblale de la vitamina D. No dejes que tu salud deje de brillar.