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Pedro de Tena

Pero el diablo sí quitó a Cabral

Recuerdo haber cantado sus cosas, su no ser de aquí ni de allá, ni de nadie, pobrecito su patrón que no sabía el valor de las cosas sino su precio, cuando era más joven que hoy, más y peor envejecido súbitamente por este asesinato sin piedad.

En unas actuaciones memorables, lo Cortés (Alberto) no quitó a Cabral, pero el diablo, que sigue emponzoñando algunas almas de nuestra Iberoamérica, sí ha quitado de en medio a Cabral (Facundo). No sabemos si este diablo ha sido un señor almidonado, que nunca olvida el saco y el sombrero, si es tan correcto como el hambre, perfecto y ordenado como el fraude, si ha puesto el alma en las tribunas y ha escuchado el discurso de los muertos. Facundo Cabral lo había visto muchas veces como ustedes en el espejo y el bolsillo de cualquiera, y en el seguro que asegura todo, menos la paz, la luz, la primavera. Lo hemos visto caminar a nuestro lado y decidir el tamaño de la dicha, la justicia, el amor y las ideas. Pero no estaba ausente como creía Cabral. Seguía junto a él y un descuido suyo, lo ha matado. 

Recuerdo haber cantado sus cosas, su no ser de aquí ni de allá, ni de nadie, pobrecito su patrón que no sabía el valor de las cosas sino su precio, cuando era más joven que hoy, más y peor envejecido súbitamente por este asesinato sin piedad. Cierto es que Guatemala parece sólo existir en sus catástrofes, las naturales y los asesinatos, 18 diarios a manos de bandas de sicarios, narcos y váyase a saber qué más. Cierto es que nadie recuerda a esos otros muertos tirados en las zanjas, en las cunetas o las aceras. Pero tengo derecho a detenerme especialmente en la muerte de Facundo Cabral porque lo he cantado antes de despertarme del todo de mis sueños románticos.

"Fui analfabeto hasta los 14 años, por eso cuando me dicen 'no puedo', yo le digo: 'no jodas'...". Gran mensaje de Facundo, que tenía facundia, que era parlero, lenguaraz y desparpajado y que se llamó, artísticamente, el Indio Gasparino en sus comienzos. Y ahora con más de 70 años, ciego galopante, con Teresa de Calcuta en el corazón y un amor libertario-liberal al individuo –qué es eso del pueblo, decía persistiendo en no cantar en Cuba–, va un estúpido o conjunto de estúpidos y lo asesinan camino del aeropuerto cerca de una Escuela de Bomberos Municipales. Quien se lo iba a decir a él, que había querido ser bombero y que sólo le tenía miedo a los boludos "porque son muchos y no hay forma de cubrir semejante frente, por temprano que te levantes, donde vayas ya está lleno de boludos; y son peligrosos porque al ser mayoría eligen hasta al presidente...".

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