ETA y el candidato
De ahí que Rubalcaba sea, con mayor o menor entusiasmo, con mayor o menor posibilidad de éxito, el candidato del diálogo con ETA.
Rubalcaba fue nombrado ministro del Interior para gestionar la negociación de Zapatero con ETA. A fin de cuentas, había sido el encargado de negociar con el PP de parte del PSOE lo relativo en la lucha contra ETA con Aznar en el poder, tenía "oficio", sus contactos en el ministerio, y una excelente relación con los nacionalistas. Gestionó bajo las órdenes de Zapatero la primera parte de la negociación con ETA, y hasta tal punto ha sido su dedicación, que otros aspectos como la criminalidad, se han deteriorado; y la gestión humana y material del ministerio ha dejado mucho que desear. Al margen de ETA y de los escándalos de corrupción televisados, Rubalcaba ha sido un ministro descuidado.
De las declaraciones de Rubalcaba en las últimas semanas, destaca su interés en distanciarse del entusiasmo de Zapatero en pactar con ETA. Rubalcaba busca en materia antiterrorista una carambola dialéctica parecida a la que busca en la economía: que él no estaba de acuerdo con Zapatero, que su oficio y experiencia no han sido escuchadas, que la lealtad le obligaba pero que con él al mando no se repetirían los mismos errores... Ignoramos si las posibilidades de éxito electoral de esta "conversión" son muchas o pocas, pero hay dos aspectos en relación con ETA que conviene no olvidar.
En primer lugar, aun aceptando que Rubalcaba no era el máximo defensor en el Gobierno de los pactos con los terroristas –lo cual es mucho aceptar, habida cuenta de su dedicación plena y eficaz a los apaños–, sí se ha colocado a sí mismo como el máximo responsable de ella. Su imagen ha quedado unida, no ya a la negociación, sino a los aspectos más escandalosos –privilegios a presos etarras, legalizaciones de ANV y Bildu– y a los más delictivos –caso Faisán, ocultación y entorpecimiento a la justicia–, de manera mucho más intensa que el propio Zapatero. Hasta el punto de que, de existir responsabilidades penales futuras por estos escándalos, es más probable que afecten al ahora candidato que al ya amortizado presidente del Gobierno. En los mismos términos empleados el 13-M, que tan bien conoce Rubalcaba, Zapatero "se irá de rositas". Y él no.
En segundo lugar, Rubalcaba no puede dar marcha atrás en lo que ha avanzado con la banda. De volver a la política antiterrorista que el PSOE abandonó en 2004 –ofensivas policiales y legales, presión sobre los aparatos político, propagandístico y social de ETA–, la banda romperá el alto el fuego, reactivará los atentados y culpará al ahora rutilante candidato, y no al caído en desgracia Zapatero. Si Bildu no es progresivamente blanqueada y rehabilitada institucionalmente, si los presos no van consiguiendo privilegios y los huidos no son reinsertados, Rubalcaba será considerado el responsable. Además, las filtraciones de reuniones y las actas de ETA son otra arma de los terroristas contra un Rubalcaba que, tras el fin de ZP, se queda con el asunto en las manos.
De ahí que Rubalcaba sea, con mayor o menor entusiasmo, con mayor o menor posibilidad de éxito, el candidato del diálogo con ETA. Primero, porque no sólo fue el ministro del Interior de los pactos con ETA: es el responsable directo de todo lo que éstos suponen. Y segundo, porque ha avanzado tanto el segundo tramo del proceso entre etarras y socialistas, con él en el epicentro, que le resultará imposible dar marcha atrás sin destruir su carrera política.
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