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Pablo Molina

La igualdad ante la ley según Gallardón

Ahora resulta que los caballeros de la rasta que se apropian del espacio público, rodean parlamentos y boicotean tomas de posesión son un “movimiento cívico” a diferencia de los que pretenden detener la masacre abortista.

Los integrantes de los movimientos cívicos contrarios al aborto que han intentado acampar en la Puerta del Sol parten de un error conceptual muy extendido, según el cual en España la ley se aplica a todos por igual. Todos somos iguales ante la ley siempre y cuando pretendamos vulnerarla bajo los postulados de la izquierda, que es un principio transversal de nuestro ordenamiento jurídico basado en la costumbre, hasta que la ley de Igualdad de Trato que está cometiendo el Gobierno le otorgue un carácter positivo en el repertorio Aranzadi.

La hemiplejía moral es una dolencia de etiología marxista muy extendida en el PP, cuyos líderes aún no han encontrado el remedio en el mejor de los casos y, en el peor, o sea, Gallardón, es considerada una virtud irrenunciable para destacar en el cotarro político.

Gallardón apadrina a los indignados y sólo les riñe un poco cuando se los encuentra en su calle mientras recoge las caquitas de la mascota familiar. No porque considere que actúan en contra de una ley que el regidor es el primer obligado en hacer cumplir, sino porque le fastidia recibir una dosis de democracia real en la misma jeta a la vista de su prole.

Con los defensores de la vida, que estos días pretenden conmemorar el primer aniversario de la ampliación del aborto de la flamante consejera de la ONU, el mismo Gallardón que suplicaba clemencia a los antisistema les envía a la policía local a desmontarles el chiringuito y pedirles la documentación.

Hay trabajos muy ingratos en esta vida, pero pocos tan sufridos como ser policía a las órdenes de Gallardón, porque la vergüenza que hayan pasado los agentes enviados a detener a ese peligroso comando de sexagenarias y jovenzuelos idealistas defensores del derecho a vivir mientras a unos metros los indignados tomaban kalimotxo a la salud del alcalde, para ellos se queda.

Ahora resulta que los caballeros de la rasta que se apropian del espacio público, rodean parlamentos y boicotean tomas de posesión son un "movimiento cívico" a diferencia de los que pretenden detener la masacre abortista, que a juicio del alcalde madrileño deben de ser un peligroso grupúsculo dedicado a desestabilizar el sistema democrático.

¿Quién expide el certificado de civismo ciudadano? Al parecer una comisión formada por el alcalde de Madrid y el candidato Alfredo, porque ambos han decidido que sus policías actúen de una u otra forma según la ética y la estética de los que vulneran las ordenanzas municipales y el ordenamiento jurídico común.

Todo un valiente, este Gallardón. Como su perrico, un precioso ejemplar de Beagle, raza especializada, pásmense, ¡en la caza del faisán! y prueba viviente de que las especies, al contrario de lo que suponía Darwin, también involucionan. Todas.

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