A propósito de la generación mejor formada de la Historia de España, leo en los papeles que Griñán recompensará con una renta mensual de 400 euros a los jóvenes desempleados andaluces que concedan acercarse a un aula. Según parece, con la dádiva pretende "motivarlos" a fin de que concluyan, entre otros, los estudios correspondientes a la ESO; esto es, la Enseñanza Secundaria O-b-l-i-g-a-t-o-r-i-a, de la que en su día desertaron para ponerse –se supone– a trabajar. Al respecto, y aunque solo fuera porque éste resulta ser el único país de la Unión Europea donde crece el abandono escolar, acaso lo sensato habría sido penarlos a todos con sendas multas de 400 euros. Una, por absentistas, destinada a ellos; la otra, por irresponsables, a sus padres.
Pero diríase que la Junta es más sensible a un memorable anuncio emitido cientos de veces en la televisión nacionalista de Cataluña; metáfora perfecta, por lo demás, de la filosofía que inspira nuestra red de instrucción pública. Así, en ese spot de TV3 un científico de aspecto siniestro manda realizar cierto cometido a un par de simpáticos chimpancés. El primer mico ejecuta raudo el encargo que se le asigna. No así el segundo, que se muestra ajeno y refractario a las muy precisas instrucciones que igual se le transmiten. Concluido el ejercicio, el monito diligente y trabajador opta por compartir su premio, un rico plátano, con el otro, el que no supo o no quiso emprender la tarea. Llegado ese feliz instante de solidaria comunión simiesca, la irrupción en pantalla del logotipo institucional de la Generalidad pone el punto y final al guión.
Mensaje principal: gratificar a los que desarrollan bien su labor implica una inadmisible perversidad con ribetes sádicos. Mensaje secundario: da igual lo que hagas, siempre recibirás tu plátano. Corolario: ¿para qué esforzarse en nada, chaval? Por azar, va a coincidir lo de Griñán con la orden de Obama que acaba con la patente de corso que significaba el empleo vitalicio para los profesores vagos e incompetentes. Una norma que también romperá el tabú de la igualdad salarial entre los docentes: quienes acrediten mejores resultados, cobrarán más. Qué ignorante la pobre América de las enseñanzas del gran Antonio Gala, el sabio que sentenció: "En Andalucía solo trabaja quien no sirve para otra cosa".