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José García Domínguez

Extremadura

¿Qué clamaron esos indignados tras entregar aquel curita, Madrazo creo que le decían, el Gobierno vasco a la carcundia aranista de Ibarretxe?

Perece que ha causado grande escándalo moral entre alguna progresía que Izquierda Unida se haya revuelto contra su destino de siglas-kleenex en el otro latifundio meridional del PSOE. Sensibilidad ética que recuerda un rasgo por el que siempre se distinguen los futbolistas exquisitos, a saber, el magisterio supremo en el arte de jugar sin balón. Y es que uno esperaría de tales dispensadores de moralina que, al menos, su catón cumpliese la propiedad recíproca. Aunque se ve que la matemática de conjuntos no va con ellos. Por algo, ese imperativo inexcusable, el que fuerza a IU a humillar la cerviz frente a los socialistas en todo tiempo y lugar, responde a una antiquísima ley física: la del embudo.

De ahí que mandato tan perentorio nunca opere en sentido contrario. Pues la segunda parte contratante, esto es el PSOE, en ningún caso resulta obligada a ceder ni el pan ni la sal ni los buenos días a comunistas y demás ralea. Al menos, eso se infiere de ciertos silencios de nuestra legión de calvinos laicos. ¿O por qué callan siempre que Izquierda Unida deviene ninguneada en los pactos, apaños y cabildeos varios de Ferraz? Asentir por omisión se llama la figura. Así, merced a algún arcano lógico, los recurrentes acuerdos del PSOE con CiU, sin ir más lejos, no demandan las palabras mayores –"traición", "fraude", "engaño"– que en cambio merece ahora la izquierda extremeña.

Para unos, las virtudes balsámicas de la geometría variable; para los demás, la noria del piñón fijo. Como cuando El Guerra toreó en Bilbao y antes de la corrida un plumilla le preguntó: "Maestro, ¿cómo se siente usted aquí, ahora que Sevilla está tan lejos?". A lo que El Guerra le espetó: "Sevilla está donde tiene que estar, pollo. Lo que cae lejos es esto". Igualito que el PSOE, que siempre está donde tiene que estar, y son los otros quienes se acercan o se alejan. Por lo demás, ¿qué clamaron esos indignados tras entregar aquel curita, Madrazo creo que le decían, el Gobierno vasco a la carcundia aranista de Ibarretxe? ¿Acaso alguien recuerda el eco de su lamento airado? ¿O es que entonces no hubo traición a los sagrados principios y al profano electorado? Esperen sentados la respuesta.

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