El final de los indignados en Cataluña
Días antes habían contraprogramado el manifiesto inicial de la spainrevolution con el de catalanrevolution. No estaban dispuestos a que el "fet diferencial català" quedara diluido en el 15-M nacido en Puerta de Sol de Madrid.
Me acerqué a la acampada de indignados de la Plaza Cataluña atraído por la novedad. ¡Es tan reconfortante una brizna de viento!
Nada más entrar me sorprendieron dos evidencias: no había ni una bandera y la mayoría de mensajes, escritos artesanalmente en cartulinas tendidas como ropa en cuerdas improvisadas o pintadas en el suelo, estaban en castellano. El detalle no es menor, pues certifica por sí mismo la espontaneidad de la acampada, algo inaudito en Cataluña y cuestionado malévolamente por muchos (en TV3 solamente aparecen personas hablando castellano cuando la información es inmediata e imposible de cribar, como pasa en las catástrofes; cuando tienen tiempo de elaborar la información la realidad castellanohablante desaparece). De haber estado instrumentalizada por sindicatos, partidos u organizaciones paralelas, la acampada estaría inundada de senyeras, esteladas y pancartas escritas solamente en catalán con eslóganes nacionalistas. En su lugar, sin embargo, aparecía una increíble pluralidad nacida de la espontaneidad de cientos de personas indignadas por causas muy diversas y difícilmente reducibles a una pauta común.
Me topé con un joven amigo, uno de tantos protagonistas de aquel milagro. Le pregunté por esa extraña novedad. "La gente está harta, aquí la clase política no pinta nada". Le miré con condescendencia: si la spainrevolution cuajaba, el establisment nacionalista acabaría con ella en dos días. Inútil recordárselo a una juventud aturdida aún por el éxito.
Dos días después, la Junta Electoral Central mandó desalojar las plazas. El día de reflexión era para todos, incluidos los acampados. Paradojas de la indignación: los mismos que exigían respeto por la separación de poderes y por la independencia del poder judicial, se lo pasaban por el forro cuando les afectaba a ellos. Comportamiento muy político, por cierto.
Una semana después, el separatista y consejero del Interior de la Generalidad de Cataluña, Felip Puig, mandó desalojar la plaza con 300 efectivos de Mozos de Escuadra armados hasta los dientes. La carga fue gratuita y obscena. Ni una sola acción violenta habían protagonizado en las dos semanas de acampadas por toda España. 121 heridos, 37 de ellos agentes. Vergonzoso. De fondo sonaban patéticas las disculpas de Rubalcaba para no cumplir con la ley el día de reflexión: "La policía está para solucionar problemas, no para crearlos". Felip Puig, sin embargo, una semana después y coincidiendo con el día de reflexión fulbolística ante la final de la Champions, tenía un motivo nacional de primer orden para desatender el consejo que le llevó a no desalojarlos en el día de reflexión electoral: los indignados ocupaban la plaza donde los forofos del Barça habían de celebrar su previsible triunfo en la Champions.
Para pellizcarse y no sentir nada. Se chotea de la separación de poderes, incumple la disposición de la Junta Electoral Central, se mea en la democracia y, sin embargo, envilece al cuerpo de Mozos de Escuadra mandándolos contra jóvenes indefensos para servir a sus instintos culés. Toda una metáfora de la política catalana. Ese mismo día nacieron los indignados con TV3 por su sesgada información de los acontecimientos y el derroche de dinero público. Un motivo más para limpiar la plaza de chusma españolista. Días antes habían contraprogramado el manifiesto inicial de la spainrevolution con el de catalanrevolution. No estaban dispuestos a que el "fet diferencial català" quedara diluido en el 15-M nacido en Puerta de Sol de Madrid. El 31 de mayo lo puso blanco sobre negro Ferran Sáez Mateu en el Avui: Indignats i espanyolíssims. La caza de brujas se ha puesto en marcha. Twitter comienza a satanizar de ultraderechista a todo el que se les opone.
Fracasado el desalojo, desembarcan los independentistas al día siguiente a lomos de la comisión por el "derecho de autodeterminación". Dirige la operación el peronista Diego Arcos, presidente del "Casal Argentí de Catalunya", personaje turbio al servicio del independentismo, el mismo que soltó en la inauguración de los referendos que había que "romper el Estado por cualquier medio". Vean el vídeo de la Asamblea (38:30) del 29 de mayo donde toman la plaza.
La acampada de indignados en Cataluña tiene los días contados.
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