Hace más de un año escribí que la reforma más necesaria en España es la del sistema electoral. La razón es que el actual sistema reparte Diputados en el Congreso de forma no equitativa que lleva a reforzar los dos partidos nacionales mayoritarios. Hay quienes ven en esta situación una virtud ya que refuerza la gobernabilidad del país, agregando votos a esos dos partidos más allá del porcentaje de votos ganados. Pero lo cierto es que con la LOREG (Ley Orgánica de Régimen Electoral General) se ha llegado a situaciones como la actual, un Gobierno minoritario que requiere apoyos puntuales de los demás partidos para legislar, y esto no ha puesto en entredicho la gobernabilidad del país. Solo se evidencia un sesgo nacionalista en demandas y concesiones económicas desorbitadas. En definitiva, la LOREG ha fomentado la dependencia de los nacionalistas que atenta contra la vertebración de la nación española.
Argumentaba también que no es necesariocambiar la Constitución para mejorar el sistema de reparto electoral en el Congreso y para potenciar partidos medianos de ámbito nacional, como UPyD e IU, que vendrían a remediar el papel desempeñado por los partidos nacionalistas bajo la LOREG. Una mayoría simple sería suficiente para reformar la LOREG y mejorar el reparto de los Diputados en el Congreso aumentando su número hasta los 400 de los 350 actuales. Esto mitigaría los problemas que en la actualidad se dan, pues ampliaría las dimensiones de muchas circunscripciones, permitiendo a medianos partidos obtener representación en alguna más y reduciendo además la infrarrepresentación de las provincias más grandes. Habrá más posibilidades de lograr esta hazaña cuando los partidos nacionales medianos logren suficiente peso específico en las urnas que les permita exigir a uno de los dos grandes partidos que lleve a cabo esta referida reforma.
Este domingo tendremos oportunidad de votar a nivel autonómico y municipal y la apreciación de cómo se nos ha gobernado desde esas instancias marcará el voto de muchos. El despilfarro en muchas ciudades (especialmente en Madrid capital) y autonomías condiciona mi voto. Pero sobre todo tengo la vista puesta en las siguientes elecciones nacionales que pueden adelantarse en el tiempo. Para dar alas a la reforma más necesaria y para mejorar las posibilidades de que se pueda alcanzar algún día, aunque haya sida rechazada frontalmente por todas las fuerzas apoltronadas en el Congreso, salvo por los partidos medianos de ámbito nacional, yo lo tengo claro. El voto útil se hace cada vez más necesario.