José Bono afirma con vehemencia que Rubalcaba es un tío listísimo, de esos que se escapa, que, cuando uno viene, él ya está de vuelta, más espabilado que los ratones "coloraos", sagaz y astuto como nadie. Una "liebre eléctrica", según él, en no muy afortunada metáfora. La carencia de escrúpulos que otros le atribuyen convierte al químico en un adversario supuestamente muy peligroso. Al mismo vicepresidente le gusta cultivar esa imagen de listo y malo. Casi nunca se descompone, afirma saber todo de todos y, para confirmar lo inteligente que es, se recrea en el ejercicio de no contestar a lo que se le pregunta, da igual que el interlocutor sea un periodista o el diputado Gil Lázaro.
El caso es que Freddy pasa por ser un tío que ve crecer la hierba. Y, por serlo, es a él a quien se atribuye la maniobra de impugnar todas las listas de Bildu y luego forzarle la mano al Tribunal Constitucional para que las legalice. Pero, ¿y si esa idea no fuera de Rubalcaba? ¿Y si hubiera obrado así a sugerencia de Federico Trillo? El PP parece comprometido a mantener el pacto antiterrorista con el Gobierno y a sostener a Patxi López en el País Vasco siempre que la negociación con ETA no se lleve muy a la vista. Poco después de la presentación de la plataforma independentista, el PP exigió al PSOE impugnarla ante los tribunales. Las conversaciones tuvieron lugar entre Rubalcaba y Trillo. ¿A quién de los dos se le ocurrió cargar al Tribunal Constitucional con la responsabilidad de legalizar Bildu para que los dos partidos se libraran de ella? Desde luego, Trillo puso a caer de un burro la sentencia y creyó ver en ella cierta predeterminación política, pero dijo muy claramente que el PP no rompería el pacto antiterrorista a consecuencia de ella.
El caso es que, por sugerencia de Trillo o por ocurrencia propia, Rubalcaba se ha hecho responsable de la maniobra. Y no podía haberle salido peor. Lo que llevamos de campaña ha estado capitalizado por la idea de que ETA vuelve a los ayuntamientos y a nadie se le pasa por un momento por la cabeza la idea de que el TC tenga más responsabilidad que la de haber obedecido al Gobierno. Toda se la atribuyen al PSOE, en general, y a Rubalcaba, en particular. Del Ebro para abajo, el asunto puede costarles millones de votos. Ya veremos si, cuando llegue el momento de abrir las urnas, el ambiente todavía huele a Bildu. Si la peste permanece, el PSOE puede sufrir una derrota histórica. Buena parte de la responsabilidad será de Zapatero. Pero Rubalcaba habrá demostrado que no es el guizque con el que aguijonear a la oposición, sino el tolete que va a llevar al PSOE a la ruina entre unas elecciones y otras. No hay peor tonto que el que se cree más listo que nadie. Gran cantada la de Freddy con Bildu.