Primeras consecuencias
Son sólo cinco consecuencias, las más previsibles, evidentes y directas: recuperación económica etarra, deslegitimación del Estado, desestabilización de instituciones, conflictividad social y tensión con las víctimas.
La actitud socialista a las reformas del Código Penal y la Ley del Menor en el año 2000 y a la Ley de Partidos generó suspicacias, porque los socialistas no estaban nada convencidos de que fuese justo ni conveniente ilegalizar al brazo político de ETA. De hecho, Zapatero era uno de los más opuestos a sacar a Batasuna de las instituciones. Sólo el crimen de Santa Pola de agosto de 2003 hizo que los socialistas apoyasen la medida. Hoy, tras años de travesía por el desierto, ETA logra un triunfo histórico importante, porque no sólo vuelve a las instituciones: lo hace por la puerta grande, con el apoyo del Gobierno y el aval del Tribunal Constitucional.
¿Qué podemos esperar tras la sentencia del TC y el regreso de ETA? La consecuencia más evidente es la adquisición de más dinero para el entramado etarra. Aunque no vaya a parar a los comandos, sí lo irá a organizaciones afines y militantes, liberando recursos ilegales. Pero más allá de eso, hay que señalar en segundo lugar que el previsible control en no pocos ayuntamientos supondrá la deslegitimación de los principios sobre los que éstos se asientan. Se convertirán en arietes contra derechos y libertades fundamentales, a través de los cuales se erosionen los principios constitucionales, con mayor fuerza allí donde la coalición tenga más representación.
En tercer lugar, desde 1978 todos los ayuntamientos en manos de la izquierda abertzale son instituciones fallidas, que generan inestabilidad dentro y la irradian hacia el exterior, hacia otras instituciones. La entrada de Bildu nos introduce de nuevo en la misma situación, que parecía superada: los ayuntamientos se desestabilizarán sí o sí.
En cuarto lugar, la legalización de Bildu implicará un aumento de la conflictividad social, asociada a la recuperación de espacios públicos. Así como la salida de ETA de las instituciones supuso un golpe a su estructura callejera, el regreso tendrá un negativo impacto en el orden público. Casi nadie duda que en los ayuntamientos gobernados por Bildu, o donde su presencia sea mayor, se reactivará la agitación social.
En quinto lugar, la rehabilitación de ETA a través de Bildu originará un problema con las víctimas, ya que hablamos de etarras sin arrepentir, que son conscientes de que esto no es una rendición, y que celebraron con júbilo ayer la sentencia. En pueblos y ciudades vascas, las víctimas convivirán con unos etarras sin arrepentir que son conscientes de su enorme triunfo. Esto generará situaciones muy complicadas.
Son sólo cinco consecuencias, las más previsibles, evidentes y directas: recuperación económica etarra, deslegitimación del Estado, desestabilización de instituciones, conflictividad social y tensión con las víctimas. A esto, ya desde este verano, habrá que sumar las consecuencias de los pactos políticos y sociales que socialistas y etarras interrumpieron en Loyola, que se retomarán ahora, y que afectan al ordenamiento jurídico e institucional español, vasco y navarro.
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