Lo importante no es que el TC sea o no un auténtico tribunal. Lo que importa es que tal Organo del Estado tendrá que estar integrado como una Sala especializada del Tribunal Supremo y servida exclusivamente por Magistrados del Tribunal Supremo, que en definitiva constituyen el más alto nivel jurisdiccional del Estado, y están investidos de la autoridad que les otorga su dedicación a la función de juzgar durante muchísimos años coronada por éxito de haber llegado a lo mas alto del escalafón de la carrera. Los componentes del Tribunal Constitucional, son mayoritariamente profesores de Derecho, cuya función no puede ser la de juzgar, sino la de dar clases y su designación por los partidos políticos dice muy a las claras lo que se puede esperar de ellos. La función del juzgador requiere una gran preparación pero además una larguísima experiencia, porque un juez ante todo es un humanista y como expresó Sir Winston Churchill, debe ser un señor que sepa un poco de derecho y tenga mucho sentido común.
En un sociedad libre y democrática, a los jueces los jueces responden ante los ciudadanos de sus decisiones judiciales. En España los jueces dan cuenta de sus actos a los jefes de los partidos políticos y así nos va. El Tribunal Constitucional es una especie de tercera cámara "ad hoc" del mandatario de turno, en esta partitocracia infecta.
Los ciudadanos españoles queremos tener más participación en la vida política y pública mediante la elección de jueces, fiscales y policías, además de los políticos que ya elegimos y que lo controlan todo.
Los ciudadanos españoles queremos tener más participación en la vida política y pública mediante la reducción del tamaño e influencia de los partidos políticos. Unos partidos que se financien con sus propias cuotas o con aportaciones voluntarias. Unos partidos que reduzcan sus estructuras burocráticas y organizativas al mínimo en periodos no electorales. Unos partidos que democraticen sus estructuras mediante sistemas de elecciones primarias de todos y cada uno de sus candidatos.
Mientras no hagamos esto, lo que se haga serán parchas y cataplasmas que durarán lo que la buena o mala voluntad de los dirigentes de los partidos quieran.
REFORMA CONSTITUCIONAL YA
El fallo del TC es grave pero no es la única institución que ha fallado. Hace años cuando Antonio García Trevijano señalaba en su obra El discurso de la República las deficiencias y las grietas del orden constitucional de 1.978 y sus graves amenazas para la supervivencia de España como nación muchos se rieron sumándose al botafumeiro de la "madurez" del pueblo español y de lo "maravillosa" que era la Constitución de 1.978 abdicando del principio de realidad cayendo en lo que Julio César consideraba la peor de las tentaciones confundir los deseos propios con realidades para no tener que enfrentarse a la realidad. Con ello las guerras pueden posponerse pero no evitarse con particularidad de que el enemigo se percata de que no tenemos ánimo de luchar y entonces se apresta a librarla con mayor resolución y generalmente en una situación más ventajosa para él. Como diría Robert Burns de su pueblo "Tal hatajo de canallas en una nación." Pero esa nación de canallas y de cobardes, desgraciadamente es la nuestra.
Gracias a Dios que unos pocos magistrados han salido al paso de lo hecho por compañeros.
Ello no quita mi actual desafecto por el concepto actual del término "Justicia", todo lo que significa en España.
No hay esperanza en el TC porque nunca la hubo desde el fagocitamiento por parte de la casta dirigente. Rompieron las reglas del juego, la ley, la Constitución Española. Lo que tenemos ahora son las consecuencias de lo hecho y dejado de hacer, nada más.
De todas formas queda esperanza. No me refiero al resto de partidos en la oposición, señor magistrado y comentaristas. Ni que un grupo de altos funcionarios del Estado se rebelen contra sus jefes, no.
Dentro de unos años, con una buena parte del pueblo "bien curtida" por la crisis, comprenderán a qué me refiero.
Suerte a todos.
No voy a decir nada original: Eliminación del TC; Tribunal Supremo con Jueces vitalicios, al estilo de EEUU; Justicia independiente del poder político... ¿Quién pudo hacer ésto y no lo hizo? Efectivamente: AZNAR... y de esos polvos vienen estos lodos.
Alea jacta est.
El titular empieza equivocado; en vez de decir ¡abandona toda esperanza!, debería exigir que nunca, nunca, perdamos la esperanza, aunque las cosas nos las quieran vender como que no tienen solución.
Incluso mas si cabe en las actuales circunstancias.
Somos los ciudadanos y nadie mas que nosotros los que debemos enseñar a esos pseudopolitiquillos del tres al cuarto que no desean sino torearnos (y eso que aparentemente detestan los toros), darnos el puyazo, ponernos las banderillas, y sacarnos por el vomitorio con las mulillas, pero mira tu por donde "les hemos pillao con el carrito del helao" y aunque sigan en su empeño, nosotros hemos de seguir tambien en el nuestro, en la criba diaria de argumentos aparentemente inocuos pero que van cargados de maldad, no solo en esta epoca sino en las venideras, cambie el gobierno o no, mande quien mande.
A "berdonio":
Pues tú, tampoco te explicas mal... Necesitamos voces como la tuya en otras tribunas... TODAS, van a ser pocas...
Un saludo.
¿Y si fuéramos un poco más audaces en el planteamiento? ¿Por qué no vamos al origen del problema en vez de lamentar nuestra mala suerte?
Qué mala suerte sufrir un TC prevaricador, qué mala suerte haber elegido políticos corruptores que lo designen… Es necesario empezar por constatarlo y no es poco hacerlo; pero se puede ir más lejos si nos preguntamos qué pasaría si tuviéramos un TC digno que impusiera un respeto a rajatabla de la Constitución, que pese a tratarse de un texto en buena medida político, es decir, inconsistente y ambiguo, pone coto cuando no imposibilita la aplicación del socialismo.
El problema es, hablemos claro, que ley y política son radicalmente incompatibles. Esto se puede demostrar more geométrico, sin más que analizar los conceptos.
Partamos de dos premisas indubitables:
1ª Las leyes son normas generales y abstractas capaces de proporcionar solución a cualquier supuesto legal que se plantee.
2ª La política es la práctica de coaccionar a los individuos en virtud (o vicio, más bien) de fines particulares y concretos.
Ahora apliquemos una reducción al absurdo. Supongamos que es posible ejecutar una política que respete de manera escrupulosa normas generales y abstractas. Eso significaría que se ha coaccionado a los individuos según circunstancias a la vez particulares y concretas y su contrario, generales y abstractas, lo cual es obviamente un imposible lógico, salvo que se consideren vacíos legales expresamente descartados por la primera premisa.
La objeción inmediata es que la segunda premisa está equivocada, que las ideologías, las políticas, tienen aspiraciones universales. La realidad es que se quedan en la mera aspiración, como lo prueba el hecho de que precisen para su implementación de dictados ejecutivos específicos (gobierno); luego son parciales por necesidad dado que si fueran integradoras se establecerían espontáneamente, sin necesidad de coacción.
Negar la primera premisa conduce a un absurdo más palmario, ya que si pudiéramos regirnos por órdenes particulares y concretas deberían ser infinitas, inciertas y arbitrarias, la negación de la ley por definición. Para eso acabamos antes aboliendo la ley y estableciendo el imperio de la política: no habría más ley que la voluntad del poderoso.
El Estado de Derecho es, por tanto, mientras exista gobierno, pura ficción. Tenemos leyes que se aplican casi siempre a menos que choquen con el poder. Si el poder es moderado, poco invasivo, digamos de derecha liberal-conservadora, el defecto no se nota mucho, pasa incluso inadvertido. Es cuando gobierna el socialismo, la apoteosis de la política llevada al paroxismo, cuando quedamos con las vergüenzas al aire. Y de hecho es lo que está pasando.
El problema, señor Requero, no es un TC congruente con el sistema, ni siquiera la ausencia de una imposible separación de poderes; el problema es el socialismo, y alguien con su credibilidad debería empezar a decirlo.
Pues no se puede decir más claro. Reconforta ver que hay alguien decente en la Judicatura, aunque con eso nos quedamos.
Vaya, por fin leo a alguien decir que el Rey está desnudo:
Que el Tribunal Constitucional no es un órgano judicial.
Es un Tribunal Político, es decir, una extensión del Gobierno, más totalitaria y dañina que el Tribunal de Orden Público que se hizo célebre durante el anterior Régimen.