Las leyes, o equivalentes, del derecho internacional, en continua obsolescencia, sólo sirven para las naciones débiles. Los imperios o las naciones hegemónicas se atienen, y siempre se han atenido, -con frecuencia, por fortuna- a sus principios idiosincrásicos. Si se consigue algún respaldo externo -en otros tiempos del Papado y ahora de la ONU, mejor; y si no, para eso está el poder de veto en el Consejo de Seguridad, para impedir la condena moral de la organización mundial. Lo dicho para el contexto internacional, mutatis mutandi, podría aplicarse en la esfera nacional, particularizando en la nuestra. Valdría la pena reflexionar sobre ese tema y sus límites. Cristina, interesante artículo.
Con afecto.
En tregua, no, Cristina. En rendición, preventiva o no, o sumisión, que para el caso es lo mismo.
Bravo! Y a ver si, con suerte, este artículo se lee en la sede del PP, y se las apañan para sacar alguna idea y manifestarla en público y con firmeza y convición.
Ah, no, que Mariano ya ha escrito un artículo arriolesco en la Tercera de ABC.
Lástima, otra vez será!