TVE, todos a la calle
"¿Qué modelo de televisión pública tienen ustedes?", le preguntaba cínicamente Ana Pastor a Cospedal. Yo puedo responder sin ningún rodeo: el de una televisión cerrada o privatizada.
El otro día, mientras veía un panegírico a un conspicuo ex dictador, me acordé de la polémica entre María Dolores de Cospedal y Ana Pastor, y eso que aún no se había producido. Cospedal, en respuesta a un periodista, dijo con total naturalidad que los servicios informativos manipulan a favor del Gobierno y en contra del Partido Popular. Lo dijo con una desenvoltura notable. La misma que tiene Ana Pastor y con ella la mayoría de los presentadores de Televisión Española para ajustar el mensaje que dan a los intereses políticos del Gobierno. Una naturalidad, una gracia descarada y fría que contrasta con el ardor de un corazón entregado a una causa, una, la de que el Gobierno no caiga en otras manos que no sean las socialistas. La de que las masas españolas se traguen la ideología progresista, tan pobre que se puede resumir en un folleto de 30 páginas.
Recordaba ya la polémica entre la político popular y la Pastor porque es la de siempre. No ha habido un solo día en que Televisión Española o la siempre Radio Nacional de España hayan faltado al propósito por el que fueron creadas: favorecer al Gobierno y ser un vehículo de su ideología. Ni siquiera es necesario darle indicaciones a los periodistas de lo que se debe contar y lo que no, aunque no dudo de que esa debe ser una práctica habitual. Basta seleccionar a las personas adecuadas. Sin ir más lejos, a Ana Pastor, que con su conexión telepática con su marido no necesita otra conexión áulica. Su función nunca cambia, y la harán con mayor o menor eficacia. Antes se justificaba la manipulación porque la televisión pública realizaba una labor social que no harían las televisiones privadas. Como si no fuera a desaparecer TVE, con todos sus documentales sobre el Serengueti, si una ley prohibiese la emisión de espacios informativos en aquel canal. Hoy la manipulación se justifica por sí misma, por el tradicional método de negar lo evidente. Es cierto, no obstante, que no es tan burda como otros años, y que la sal gruesa se ha trasladado de los programas estrictamente informativos a las series y los programas.
No está de más recordar que TVE está al servicio del Gobierno pero que se paga con los impuestos de quienes votan a los socialistas y de quienes no les votan. Que la pagan quienes han hecho suya la ideología de TVE y los que no. Es un organismo extremadamente caro y cumple la función, antisocial, de servir al Gobierno. "¿Qué modelo de televisión pública tienen ustedes?", le preguntaba cínicamente Ana Pastor a Cospedal. Yo puedo responder sin ningún rodeo: el de una televisión cerrada o privatizada.
Por descontado, el servil elogio al ex dictador lo vi en Televisión Española.
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