En la noche del pasado shabbat, un individuo entró en el hogar de la familia Fogel, en la comunidad judía de Itamar (Samaria), y apuñaló hasta la muerte al padre (Udi, 36 años), a la madre (Ruth, 35) y a tres de los seis hijos: la bebita Hadas (3 meses), Elad (4 años) y Yoav (11 años). Los otros tres –Tamar, de 12; Roi, de 8, y Yisai, de 2– no corrieron la misma suerte porque se encontraban en casa de los abuelos.
Fue un crimen terrorista tan espantoso como puedan imaginar; o recrear, si consideran que deben enfrentarse a estas imágenes terribles que no les meterán los medios por los ojos, pues no hay en ellas niños palestinos a los que llorar.
La Autoridad Palestina no tardó en exhibir su moderada miseria. Con los cadáveres de los Fogel aún calientes, los voceros de la AP dijeron que no había evidencia alguna de que la matanza hubiera sido perpetrada por mano palestina. La identidad de los criminales "sigue siendo desconocida", declaró el ministro de Exteriores, Riad al Malki, no sé si antes pero en todo caso no mucho después de que tanto Hamás, gobernante en Gaza, como las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, grupo terrorista afiliado a Al Fatah, el partido que detenta el poder en la AP, justificaran la "heroica operación" como la "respuesta natural a las matanzas cometidas por la ocupación" en la Franja (que no tiene un centímetro de tierra ocupado) y en Cisjordania, y de que en la ciudad gazatí de Rafah saliera gente a la calle para celebrar el baño de sangre regalando caramelos a sus semejantes.
Malki no se conformó con ser moderadamente infame, así que dio un paso más y se metió de hoz y coz en la charca de la mentira abyecta. "Los palestinos jamás han cometido una matanza así por venganza o por razones nacionales", depuso el moderado, que igual se piensa que ya nadie recuerda la carnicería de Maalot o los asesinatos del libanés Samir Kuntar, ese héroe de la resistencia palestina que acabó con la vida de la pequeña Einat Cohen, de 4 años, reventándole la cabeza contra una roca.
En cualquier caso, añadió Malki –pues en el fondo y en la superficie sabía que ni él con toda su templanza podía negar que el río de la autoría palestina, más que sonar, bramaba–, se trata de un suceso que en nada beneficia a la "resistencia": estos ataques dañan los esfuerzos políticos y diplomáticos de Palestina en la escena internacional, aseguró. Es lo que tienen, Malki y la modulación morigerada: un palestino asesina a cinco miembros de una familia judía y las víctimas acaban siendo Palestina y su circunstancia circunspecta.
Por su parte, Mahmud Abbás, que como todo hombre de paz tiene un nombre de guerra (Abu Mazen), emitió un comunicado en el que incidía en su "rechazo y condena de toda violencia dirigida contra civiles, con independencia de quién esté detrás o de la razón de la misma". Una alimaña humana entra de noche en una casa y asesina a puñaladas a un hombre, una mujer, dos niños y un bebé, y el rais Abbás no se preocupa por ese hombre, esa mujer, esos niños y ese bebé, sino más bien por rematarlos a base de contexto, abstracción y equidistancia de la peor especie (este señor preside un Gobierno y manda sobre unas fuerzas de seguridad, por lo que indefectiblemente ejerce violencia sobre civiles y, en teoría, atiende a razones para justificarla). Y es que está pensando en esa alimaña humana, que es un terrorista palestino, y en el montón de palestinos que la está jaleando. Y en la comunidad internacional, que igual está mirando. Y, no lo adivinaremos en esta flotillera España nuestra, en recoger los frutos que acaso deje el sacudón horrible que ha sufrido el palmeral de Itamar ("isla de los dátiles", en hebreo):
La violencia engendra violencia, y lo que necesitamos es alcanzar rápidamente una solución al conflicto justa y omnicomprensiva.
"Así no se condena el terror, así no se combate el terror", le replicó entonces el premier Netanyahu, que aprovechó para –por enésima vez– exigir a la AP que combata el odio a Israel y a los judíos que satura las escuelas, las mezquitas, las televisiones palestinas. "Ha llegado la hora de acabar con el doble lenguaje", sentenció. Y de buscar, capturar y encerrar a los asesinos, en vez de dedicarles calles.
Está visto que estos malditos judíos no acaban de moderarse.