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Juan Morote

NAZIonalistas

Setenta años después del inicio de la Segunda Guerra Mundial, y noventa años transcurridos desde el ascenso de Hitler al liderato del Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores, aún quedan nacionalistas que siguen su ejemplo.

No entiendo que me sigan causando estupor las aberraciones educativas de estos xenófobos que pueblan la periferia de España. Los denominados nacionalistas no entienden la defensa de las señas de identidad culturales propias como un patrimonio que debemos preservar, sino que, desde su perspectiva, esas señas son un garrote con el que agredir a todo aquel que no las abraza. La literatura está llena de ordalías, torturas para abjurar de un credo, y también de defensas heroicas de la fe heredada de los mayores.

En Cataluña pretenden que la gente se inmole en la defensa de las señas de identidad de la cultura que identifica la nación española. Como además de sectarios son poco imaginativos, han copiado el procedimiento nazi de señalar a los judíos. Aquellos los marcaban con pintura de color que destacaba en las vestimentas negras de los judíos para escarnio público. Pretendían con la marca la humillación pública del judío, y consiguientemente su exclusión social, era una fase más de la agresión previa al exterminio. Todos hemos podido contemplar estas imágenes tomadas en los documentales del gueto de Cracovia. Siempre pensé que su mera contemplación serviría de lección para que nunca más volviera a suceder nada parecido.

Setenta años después del inicio de la Segunda Guerra Mundial, y noventa años transcurridos desde el ascenso de Hitler al liderato del Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores, aún quedan nacionalistas que siguen su ejemplo. Han trocado algunos elementos para adaptarse a los tiempos, pero la esencia se mantiene. Si Hitler predicó la degradación humana de las razas judía y gitana, los nacionalistas ligeramente más sutiles han empezado por denigrar la cultura y las tradiciones españolas. En cambio, han coincidido en la metodología empleada: nazis de antes y de ahora marcan con distintivos a quienes quieren aislar, asustar, quebrar en definitiva. De esta guisa han obrado los representantes de un colegio en Sitges que han colocado un llamativo distintivo rojo en las notas de un niño por no utilizar en sus conversaciones la lengua vehicular del centro. Los nazis colocaron un brazalete a todos los niños judíos de Cracovia tras la invasión.

La utilización del distintivo no pretende otra cosa que identificar al niño como diferente, en el sentido más negativo posible. Se trata de un atropello a la dignidad del menor, a su intimidad, al derecho de los padres a elegir la lengua en la que su hijo debe ser educado; es un atropello al derecho del menor a ejercer el derecho constitucional a utilizar el español como lengua para lo que le de la real gana, sin embargo no tengo ninguna esperanza en que la Fiscalía de Menores abra siquiera unas diligencias para esclarecer lo sucedido. ¿Y con el resto de padres? Pasará lo de siempre, los malos contarán con la complicidad de la cobardía de los buenos.

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