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Lara Vidal

Internet en los tiempos del cólera

En otro tiempo, en otro lugar Ghonim habría dado con sus huesos en lo más profundo de una mazmorra cairota o quien sabe si en las profundidades del río Nilo. Pero vivimos en la era de internet y también la desaparición tuvo consecuencias inesperadas.

En medio de la revuelta encolerizada que agita a Egipto un joven de 28 años llamado Jalid Said fue objeto de una paliza policial que concluyó con su muerte. En otro tiempo, en otro lugar, es muy posible que semejante episodio hubiera quedado en nada. Pero vivimos en la era de internet y la muerte tuvo consecuencias inesperadas. Un ejecutivo egipcio de Google llamado Wael Ghonim creó una página en Facebook dedicada al infeliz Jalid Said. 

Ni qué decir tiene que, de manera fulminante, la policía del régimen se movilizó para dar con los administradores, totalmente desconocidos, de aquella página que estaba relatando uno de los frutos de la represión. La noche del lunes de esta semana, la policía acabó dando con el extremo del hilo y Ghomin desapareció. En otro tiempo, en otro lugar Ghonim habría dado con sus huesos en lo más profundo de una mazmorra cairota o quien sabe si en las profundidades del río Nilo. Pero vivimos en la era de internet y también la desaparición tuvo consecuencias inesperadas.

Los internautas jóvenes de Egipto se movilizaron lanzando a lo largo y ancho de la red la noticia y en apenas unas horas Hossam Badrawi, el secretario general del Partido Nacional Democrático que gobierna la nación del Nilo, se encontró abrumado por las protestas. En este caso concreto, fue Twitter el instrumento escogido para exigir la liberación de Ghonim y, horas después, para anunciarla. No sólo eso. El martes, Ghonim respondía a las preguntas de la entrevistadora Mona El Shazly en un programa de Dream TV. 

Ghonim aparecía todavía con el susto en el cuerpo e insistía en que no era un héroe, pero los comentarios que llegaban por SMS eran altamente elogiosos e incluso hubo quien dijo que parecía un "Orlando Bloom egipcio". Habría más bien que decir que había regresado de entre los muertos. Históricamente, los avances tecnológicos siempre han ayudado a la causa de la libertad. La imprenta permitió en el s. XVI que la Reforma pudiera triunfar sobre las hogueras de la Inquisición empeñada en arrojar a las llamas libros y personas. El radar ayudó decisivamente a los valientes británicos a resistir a un Hitler hasta entonces invencible. Ahora internet cumple un papel semejante. 

Ni qué decir tiene que en las próximas semanas puede suceder cualquier cosa en Egipto y que además no tiene por qué resultar positivo. Sin embargo, el caso de Ghonim ha dejado de manifiesto la importancia de internet en la denuncia de los liberticidas y la lucha por la libertad. Así se explica que los totalitarismos –se encarnen en los Castro, en el PC chino o en los delirios de la ministra Sinde– ansíen ponerle barreras al campo de la libre navegación.

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