Son innúmeros los correos que he recibido como réplica a mi Elogio del retrete, una piececilla que quería ser irónica. José María Nava-Osorio me cuenta algunos sucedidos de su práctica médica en los que las menciones escatológicas mueven a risa. En efecto, hay muchos chistes sobre el particular. No hay más que observar el filón humorístico que explota Carlos Herrera en la radio a partir de las menciones, y sobre todo de las alusiones, escatológicas. Habría que preguntarse por qué se produce esa asociación entre el culo y las témporas. Se me ocurre una primera interpretación fisiológica. Resulta que los orificios del cuerpo por donde se evacuan los humores están próximos a la función erógena o son ellos mismos erógenos. Esa coincidencia suscita en seguida el pudor, la reserva de la intimidad. Es natural que de ahí surja una ambivalencia. Esa es la clave del humor. Los niños la captan en seguida. Les da risa decir: "caca, pis, culo". En una película de Buñuel se contiene esa divertida ambivalencia. Los personajes se van al retrete para comer en la intimidad y, en cambio, se juntan en el salón para defecar juntos. Es evidente que esa alteración de los usos mueve a la risa. Lo convencional sigue siendo que disfrutemos de la comida en común, pero la función evacuatoria sea reservada.
Es curioso un rasgo de la cultura europea, en contraste con las orientales. Desde la Alta Edad Media los europeos intuyeron que las heces humanas no eran un buen abono para las tierras, pues se asociaban a muchas epidemias. Fue un gran descubrimiento. Es posible que muchas pandemias, originadas en el extremo oriente, se hayan debido a que en esos países asiáticos los excrementos humanos se utilizaban como abono. La razón es que tenían pocos mamíferos para abonar las tierras y la población humana era muy densa.
Ignacio Benjumea (Osuna, Sevilla) me proporciona una ristra completa de palabras para designar el retrete, que se adaptan a la categoría social del hablante o de la situación. Por ejemplo, en la Armada se llamaban "beques" a lo que en el Ejército de tierra eran "letrinas". Naturalmente, el capitán del barco tenía "cuarto de baño", y no solo para bañarse, claro está. Añado que tanta es la vergüenza que da utilizar cualquier sinónimo de "retrete" o "excusado" que en muchos locales públicos solo se emplea una silueta de varón o de mujer para indicar donde están los "servicios" evacuatorios. El lenguaje icónico es confuso, pues las mujeres también utilizan pantalones. Lo más claro sería poner la figura de un pene o de una vulva, pero ahí entraríamos en el círculo del pudor. Lo último en esta materia es un restaurante de mucho diseño que hay en la Castellana de Madrid. Los servicios higiénicos son comunes para los dos sexos. No sé qué dirá la legislación sobre el particular, pero, si se trata de llamar la atención, lo han conseguido.