Cómo van a condenar los novobatasunos el terrorismo de ETA cometido en el pasado si no son capaces de condenar su propia cursilería actual. Se empieza por algún asesinato al que no se le da la debida importancia, decía aquel comedor de opio inglés, y se termina por llamar a la autocrítica del arrepentimiento "un vector a desarrollar". Un vector, y a desarrollar. Es lo que tiene la nueva marca blanca de ETA, conocida a partir de ahora por "Sortu", siglas que serían muy difíciles de recordar incluso para los propios novobatasunos –ni siquiera les ha dado tiempo a tener claras las anteriores– si no fuera porque ya les ayudamos nosotros a identificarles, acordándonos de que tienen las mismas caras. Su portavoz, un tal Rufino Etxeberría, ha sido entrevistado por la cadena SER y resulta inexplicable cómo no fue detenido por las Fuerzas de Seguridad a la puerta del estudio de grabación, puesto que sin duda sus declaraciones se las había robado a punta de pistola a algún psicopedagogo de la "Logse".
Hablando de la posibilidad de que se produzca un rechazo retroactivo del terrorismo, Rufino nos saca de dudas: "la izquierda abertzale ha tenido una posición sobre la realidad de la violencia política en Euskal Herría". Ha tenido una posición sobre la realidad. Lo que quiso decir, más modestamente, es que los detentadores del discurso alternativo al pacifismo de la democracia formal en Euskal Herría mantienen un punto de vista a nivel de lo que es la existencia de las acciones patrióticas en su territorio. Al parecer Rufino ha estado en la cárcel unas cuantas temporadas. Y asombrosamente ninguna de las cuales fue por su uso del lenguaje, mucho más devastador que un a estas alturas ingenuo "gora ETA", que ha dado con otros batasunos en la trena. Porque la cursilería tiene la virtualidad (virtualidad, otra cursilería) de que las mismas palabras puedan servir para condenar a ETA que para exaltarla, para meterte en la cárcel que para salir de ella y que además el Estado te ponga un piso con vistas en agradecimiento. La cursilería es la total descomposición de la capacidad de percepción, de modo que el terrorismo no tiene existencia mensurable si cae fuera de lo que el Gobierno y sus terminales mediáticas quieren oír. A quién le importa el significado de las palabras si lo importante es saber qué hay que escuchar.
No obstante, se acuerda Rufino, aplaciente, de las víctimas: "Hablamos de que tienen que tener una reparación todas las víctimas". Traducido al "lenguaje homologado del Proceso" (¡habla la lengua del Proceso!), se entiende que según los nuevos vectores a desarrollar es precisa la constitución de un accésit de consolación para aquellos que por la pérdida (reparable, según Rufino) de algún familiar durante todos estos años puedan haberse tomado un disgusto. La cursilería todo lo puede: incluso que Rufino resucite a los asesinados, para que no se quejen tanto. O que los novobatasunos llamen "hecho" a los atentados. ¿No dijo aquél que lo de la T-4 era "accidente"? El lenguaje putrefacto que ejerce en España desde hace unos cuantos años. ETA está a cinco minutos de declarar oficialmente que, como se ha cansado de advertir desde siempre, Euskal Herría sólo pertenece al viento.
José Antonio Martínez-Abarca
Cursilería novobatasuna
La cursilería todo lo puede: incluso que Rufino resucite a los asesinados, para que no se quejen tanto. O que los novobatasunos llamen "hecho" a los atentados.
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