Algo que se escapa a la razón y al normal desarrollo de la mente humana sucede en el Atlético de Madrid año tras año. Vaya por delante que yo no sé si, de aquí a final de año, el conjunto del Calderón va a remontar el vuelo, acabará luchando por Champions, se meterá en la pugna por la UEFA, deambulará sin rumbo por la categoría o, quién sabe, sufrirá incluso para mantener la categoría. Pero lo que sí sé es que será un nuevo año de desilusión y van unos cuantos. Un año de desesperación por no terminar de rubricar lo que la plantilla y la ilusión percibía en verano.
El sábado en el Camp Nou perdieron 3-0. Es hasta normal que un equipo, visto como está el Barça, pierda de esa manera en el estadio azulgrana. Lo que no es de recibo es la actitud con la que el Atlético salió al campo la primera parte. Porque los primeros veinte minutos de la segunda fueron muy dignos, de hecho mereció marcar y los últimos del encuentro fueron aseados, sin posibilidad casi de hacer gol, pero sin poder recibir la sangría que han recibido la mayoría de equipos que han ido a Barcelona.
No voy a ser tan ventajista para decir que Quique se equivocó con el sistema, igual que tampoco lo sería si con ese mismo once el Atlético gana o empata. Se acierta o no planteando un partido, pero es el técnico quien tiene la última palabra. Lo que sí podemos decir es que, objetivamente, con el desarrollo del encuentro, el Atlético tuvo más presencia cuando se animó a ir hacia delante, pero en eso ya no se puede volver atrás.
Es más grave todo lo que sucede en el Atlético. Y las miras se van arriba del todo. Presidente, máximo accionista y director deportivo. Hasta que eso no cambie, nada lo va a hacer en el club. Hasta que un director deportivo deje de traer medianías, consentidas por presidente y máximo accionista, esto va a seguir igual. Hasta que sean iguales Raúl García, Valera, Elias, Diego Costa, Antonio López, Perea y un largo etcétera que se han ido prodigando con el paso de los años por el Manzanares, que Rakitic, Borja Valero, Riquelme o Arteta, por poner cuatro nombres, esto va a seguir siendo un chiste de club.
Desgraciadamente los títulos de Europa League y Supercopa europea conseguidos el año pasado han hecho mirar hacia el frente a los dirigentes atléticos como si la vida hubiera cambiado. Es cierto que cambió para bien durante un verano de ensueño, pero la cruda realidad despertó de nuevo a todos los rojiblancos.
Y es que un técnico como Quique no debería consentir que se le venda a Jurado un minuto antes de que se acabara el plazo el pasado 30 de agosto, siendo titular ese día y marcando un gol con el Atlético. Quique no debería mirar hacia otra parte cuando, en Navidad, Simao es vendido a precio de ganga, cuando era indiscutible en este equipo. Pero Quique no es tonto. Tiene decidido dejar el club a final de año. A otro con esta farsa dirá el madrileño y con toda la razón. Pero vendrá otro al que engañarán igual mientras siga, claro, esta cúpula directiva.