Cada nueva ley es una posibilidad más de establecer regulaciones e introducir patronazgos. Cada nueva ley es una porción más de tierra que pierde la sociedad en favor del Estado.
Humberto Vadillo
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Vendeano dijo el día 21 de Enero de 2011 a las 14:04:
Nos recuerda Vd. es el aspecto más olvidado e importante de la nueva ley, en el que casi nadie repara, don Humberto. Enhorabuena y, en fecto, melancolía...
"A más leyes, más delitos", o algo así dijo Lao-Tsé. Y Hamilton dejó claro que el acierto de la constitución useña consistió en haber sido diseñada para proteger al ciudadano del Estado, no para que éste le prestase ningún "servicio" ni para "protegerle", algo que fácilmente adquiere significado mafioso y nos deja inermes ante el ogro filantrópico. Ese fué el peligroso enfoque adoptado por las constituciones europeas herederas de la revolución francesa, a diferencia de la producida por la revolución americana.
La inflación legal es el síntoma más claro de ese vicio. El número inflado de leyes proporciona a papaíto Estado un montón de oportunidades de meterse en nuestras vidas. Ejemplo es el Estatut y sus tropecientos artículos, donde el derecho a elegir tu lengua lo niegan aquellos artículos "en defensa del consumidor" que obligan a rotular obligatoriamente en catalán "para proteger la libertad de los catalanohablantes". Por supuesto, la libertad de los castellanohablantes no se considera, y lo que quedaría suficientemente protegido por la libertad de elegir entrar o no en un negocio según nos satisfaga o no, se transforma en un arma en manos del estado nacionalista.
Hoy ese mal es universal. Ni que hablar de Europa y su casta de funcionarios aburridos sobre los que, para más inri, no tenemos ningún control. También Estados Unidos entró hace mucho tiempo en la mala senda de "los socialistas de todos los partidos"
Y el pueblo sigue así vendiendo barata su libertad. Quizá, después de todo, sea el valor que él mismo le da, y somos nosotros los ilusos. Pues si, melancolía.
Nos recuerda Vd. es el aspecto más olvidado e importante de la nueva ley, en el que casi nadie repara, don Humberto. Enhorabuena y, en fecto, melancolía...
"A más leyes, más delitos", o algo así dijo Lao-Tsé. Y Hamilton dejó claro que el acierto de la constitución useña consistió en haber sido diseñada para proteger al ciudadano del Estado, no para que éste le prestase ningún "servicio" ni para "protegerle", algo que fácilmente adquiere significado mafioso y nos deja inermes ante el ogro filantrópico. Ese fué el peligroso enfoque adoptado por las constituciones europeas herederas de la revolución francesa, a diferencia de la producida por la revolución americana.
La inflación legal es el síntoma más claro de ese vicio. El número inflado de leyes proporciona a papaíto Estado un montón de oportunidades de meterse en nuestras vidas. Ejemplo es el Estatut y sus tropecientos artículos, donde el derecho a elegir tu lengua lo niegan aquellos artículos "en defensa del consumidor" que obligan a rotular obligatoriamente en catalán "para proteger la libertad de los catalanohablantes". Por supuesto, la libertad de los castellanohablantes no se considera, y lo que quedaría suficientemente protegido por la libertad de elegir entrar o no en un negocio según nos satisfaga o no, se transforma en un arma en manos del estado nacionalista.
Hoy ese mal es universal. Ni que hablar de Europa y su casta de funcionarios aburridos sobre los que, para más inri, no tenemos ningún control. También Estados Unidos entró hace mucho tiempo en la mala senda de "los socialistas de todos los partidos"
Y el pueblo sigue así vendiendo barata su libertad. Quizá, después de todo, sea el valor que él mismo le da, y somos nosotros los ilusos. Pues si, melancolía.