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José Antonio Martínez-Abarca

Hoy Murcia, mañana el Estado

El camino para que el PSOE vuelva al Gobierno en España ahora que aún no se ha ido se está diseñando en estos momentos en Murcia, y desde luego no parece que tenga mucho que ver con una regeneración de la socialdemocracia.

Federico Jiménez Losantos ha intuido en su blog por dónde pueden ir las cosas en España tras el apalizamiento a un consejero del PP en Murcia. Sobre todo, por dónde pueden ir las cosas en España si el PSOE comienza a desgastarse de verdad no en el poder, sino a la italiana: no teniéndolo. Demasiados indicios ya, los que se han referido y otros que voy a aportar aquí, sustentan, en efecto, la proyección del suceso local hacia el futuro y hacia el resto del Estado. Esto es lo que puede pasar si el PP gana las elecciones autonómicas en donde no le llaman, y luego las generales. Porque en Murcia, donde la insalvable diferencia entre el primer partido y el segundo teóricamente debería aconsejar la entrega de la izquierda al desasimiento místico, está ocurriendo.

Que a pesar de ser este territorio objetivo prioritario para los "espías" telefónicos de Rubalcaba (la Unidad Central Operativa, especialmente creada para instruir telediarios desde los territorios no afectos), Interior no está obteniendo resultados. Y como resultados debemos entender que no ha sido posible establecer policialmente que en Murcia hay tramas corruptas del PP de algún calado, tras tomar bastantes ayuntamientos en superproducciones que dejarían la partición del Mar Rojo según Cecil B. de Mille como un mediometraje albanokosovar de arte y ensayo. Tal está siendo el fracaso del "presidenciable" que los electores de las localidades intervenidas, en cuanto pudieron hacerlo, votaron en masa al PP, incluso los que nunca lo habían hecho. Eso mantiene exasperados a los cargos y bases socialistas, que han decidido que sólo acudiendo civilizadamente a las urnas o apelando a la corrupción intrínseca del PP no van a ganar los representantes de la superioridad ética. Por tanto, no le hacen ascos a un "plan B". Que se parece, en todo, al de las memorables jornadas del 12 y el 13-M tras los atentados de Atocha.

La noche del 13-M, militantes socialistas y de los sindicatos "de clase" perfectamente identificados se apostaron frente a la sede del PP en Murcia, como ahora lo han perpetrado cada pocos días frente a la casa particular del presidente autonómico Valcárcel, y para lo mismo: para forzar la realidad hasta que ésta confiese lo que no ha hecho. Entonces, aporrearon al bedel del PP regional cuando a éste se le ocurrió sacar la basura (salió a echar la basura y la basura se echó sobre él), hoy agreden dos veces a la hija de Valcárcel y convidan por internet a su coral apiolamiento. Hace seis años gritaban "asesinos". Seis años después berrean "chorizos". Eso para ir haciendo boca, antes de la precampaña. Qué será en campaña. En la incipiente primavera de 2004 arrojaban calumnias. En el invierno de 2011 a las calumnias las acompañan huevos con tinta color de sangre, naranjas podridas y algún que otro perdonable intento de linchamiento (contra el secretario general de la Presidencia). Y lo decisivo: lo que hicieron en España los profesionales de cierta radio para malquistar a la población contra el Gobierno, en estas fechas lo iniciaron los intelectuales de la provincia, señalando durante estos meses al consejero de Cultura de Murcia como verdadero causante de la crisis mundial, llegando a crucificarlo en efigie y siendo paseados sus "restos" en procesión (lo que le ha ocurrido en persona es algo más tranquilizador: sólo le han roto el cráneo). No es del todo infrecuente, desde el siglo pasado, esto de que los intelectuales con sus ocurrentes tesis causen desgracias irreparables.

El camino para que el PSOE vuelva al Gobierno en España ahora que aún no se ha ido se está diseñando en estos momentos en Murcia, y desde luego no parece que tenga mucho que ver con una regeneración de la socialdemocracia.

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