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Ignacio Moncada

Un maniquí ganaría las elecciones

Si el arriolismo popular está arrasando en las encuestas, es porque la mayoría de los españoles considera que ese programa en blanco, esa interrogación política que es Rajoy, es la mejor alternativa posible de todo el espectro político.

"Es mejor estar callado y parecer tonto, que abrir la boca y despejar las dudas definitivamente". Con esta magnífica frase Groucho Marx condensó, con décadas de anticipo, la estrategia política con la que Rajoy pretende llegar a la Moncloa. El arriolismo, nombre popular de esta estrategia pepera cuyo autor intelectual es el asesor Pedro Arriola, ha ido reduciéndose al absurdo a lo largo de los años. Antes, durante la época de Aznar, consistía en ahorrarse alguna que otra crítica, o en moderar las expresiones utilizadas para la crítica política. Después derivó en una larga lista de cosas que no hay que hacer ni decir para no molestar al adversario. Y por fin desembocó en lo que vemos hoy: en el mutismo total. En una estrategia centrada en no decir nada para evitar meter la pata. Aunque sea a costa de pasar a ser un partido sin oferta política.

Dicho esto, no hay mayor indicador de la crisis política española que el hecho de que, con esta estrategia, el Partido Popular esté arrasando en la encuestas. Según los últimos sondeos, de celebrarse ahora unas elecciones generales el PP ganaría al PSOE con mayoría absoluta por más de 15 puntos. Antes sólo se producía un desplome electoral de los socialistas, pero ahora incluso sube la intención de voto a Rajoy. Si paramos un momento a reflexionar sobre el mecanismo democrático que aquí se pone en funcionamiento, podemos llegar a dos curiosas conclusiones. En primer lugar, que cuando Rajoy decide radicalizar su arriolismo y representar una alternativa política sin política abanderando un programa económico y social en blanco, lo que manifiesta es que considera que ese vacío es mejor que su propuesta real. Que tiene más probabilidades de ganar callado que si propusiera algo.

La segunda conclusión es trágica. Y es que si el arriolismo popular, además, está arrasando en las encuestas, es porque la mayoría de los españoles considera que ese programa en blanco, esa interrogación política que en estos momentos representa Rajoy, es la mejor alternativa posible de todo el espectro político. Que no hay mejor opción por el momento que el vacío ideológico. Es decir, que si ahora se presentara un maniquí a las elecciones, que también sabe permanecer callado, tal vez él podría ser también presidente del Gobierno. El hecho que con toda seguridad llevará a Rajoy a La Moncloa es que es el único lo suficientemente listo como para darse cuenta de que es mejor quedarse callado que ofrecernos sus ideas. El resto de los líderes políticos españoles han preferido lanzarse a hablar, y eso ha espantado a los votantes. Así de triste.

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